Histórico

Filósofo esloveno Slavoj Zizek defiende las "causas perdidas" en su último libro

En su nueva obra, el autor reivindica las grandes revoluciones como la francesa, la bolchevique o la cultural de Mao.

Slavoj Zizek ha sido calificado como el prototipo del filósofo posmoderno y el último representante de Jacques Lacan, el fallecido psicoanalista francés, a quien cita constantemente en sus libros.

Zizek, director internacional del Birbeck Institute for the Humanities, de la Universidad de Londres, es un pensador polémico, y su última provocación es el libro que acaba de publicar la editorial británica Verso bajo el título de En Defensa de las Causas Perdidas.

Se trata de un texto de más de 500 páginas contra todos aquellos que sostienen que con el fracaso estrepitoso del comunismo ha tocado a su fin la "era de las grandes soluciones" y hay que resignarse al libre mercado, aunque sea atemperado por las llamadas "terceras vías" como el Nuevo Laborismo británico.

Despreciativo de obras como El Libro Negro del Comunismo, el filósofo esloveno reivindica las grandes revoluciones como la francesa, la bolchevique o la cultural de Mao, y sostiene que, si acabaron en otras tantas monstruosidades, fue porque sus protagonistas se quedaron a medio camino y no sacaron todas las consecuencias que ofrecían en su inicio.

Todas esos momentos revolucionarios, desde el jacobinismo hasta el leninismo y aun el estalinismo, encerraban, según Zizek, un momento liberador, un "exceso" que, lejos de quedar definitivamente abolido, sigue rondando la imaginación como un sueño que espera su eventual realización.

El problema, argumenta Zizek sin temor a escandalizar a sus lectores, es que esos intentos revolucionarios no fueron lo suficientemente radicales, pues de otro modo no habrían necesitado el terror físico para imponerse y no habrían degenerado en otros tantos totalitarismos.

"El futuro al que deberíamos ser fieles es el futuro del propio pasado", escribe ese maestro de la paradoja, quien cita una frase muy significativa del premio Nobel irlandés Samuel Beckett (en su obra Worstward Ho): "Inténtalo otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor".

Su defensa de las causas perdidas no se limita a la izquierda, sino que se extiende incluso a justificar la que hizo el filósofo alemán Martin Heidegger del nacionalsocialismo, o incluso a la de la revolución iraní por parte de Michel Foucault, que analiza con todo detalle, para llegar a la conclusión de que en ambos casos se trató de "pasos correctos" aunque en una dirección totalmente equivocada.

El filósofo esloveno mantiene que reinventar lo que califica de "terror revolucionario" es más necesario hoy que nunca en vista de la catástrofe ecológica que se avecina y que exige, según él, antes que nada, una justicia estrictamente igualitaria, es decir que todos, ciudadanos de países industrializados y en desarrollo, paguen el mismo precio en eventuales renuncias.

El "terror" consiste para Zizek en el castigo "despiadado" de quienes violen las medidas decididas, que incluirán, si es preciso, estrictas limitaciones de las llamadas "libertades liberales" y la toma de decisiones a gran escala que estarán necesariamente en contradicción de la lógica inmanente y "espontánea" del desarrollo capitalista.

Como los anteriores libros de Zizek y con independencia del rechazo que puedan provocar en el lector sus provocadoras tesis, En Defensa de las Causas Perdidas rebosa de análisis lúcidos y de divertidas digresiones que pueden ir desde el universo de Kafka hasta las novelas de Chesterton o el cine, una de sus grandes pasiones, hasta un estudio comparativo de la música de Schostakovich y Prokofiev.

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