Herman Melville: llegan a Chile los cuentos completos del autor de Moby Dick
<font face="tahoma, arial, helvetica, sans-serif" size="3"><span style="font-size: 12px;">Murió en el anonimato, después de haber abandonado una carrera como escritor. El tiempo lo convirtió en clásico. Además de su obra maestra, Melville publicó desordenadamente 19 cuentos que por primera están en nuestro país.</span></font>
"Me alegro de haber fracasado. Te digo, chico, que el fracaso me ha convertido en un buen viejo", se lee hacia el final de El fracaso feliz, un cuento con ínfulas de fábula moral que Herman Melville (1819-1891) escribió en 1854, cuando ya su carrera se ponía cuesta arriba. Había disfrutado de cierto éxito con sus primeras novelas de aventuras, pero después de Moby Dick sus aspiraciones como escritor se fueron a pique. Siguió escribiendo, pero sin reconocimiento. Murió como un desconocido. Fracasó, seguro, pero no es tan obvio que al igual que ese viejo que imaginó a los 35 años se alegrara de su suerte.
Como apuntó Jorge Luis Borges, en 1911, la Enciclopedia Británica aún consideraba a Melville "un mero cronista de la vida marítima". La impresión iba a cambiar. Aunque el autor solo vio cómo se vendieron tres mil copias de Moby Dick (1851), la novela se transformaría en uno de los grandes clásicos de la literatura americana. Tan grande que prácticamente opacaría el resto de la obra de Melville. Con algo de suerte Bartleby, el escribiente fue releído. Pero hay más.
Aparte de varias novelas, Melville desperdigó a lo largo de su vida un puñado de relatos que son recogidos en Cuentos completos. Publicado en inglés en 1997, ahora el libro llega a Chile en una accesible versión de bolsillo. Son 19 relatos, originalmente publicados en revistas y en el libro Cuentos de Piazza (1856), que muestra la evolución de Melville: entre 1839 y 1888 insistió una y otra vez en relatar historias de personajes solitarios, de poca suerte y que intentan encontrar un sentido a sus vidas.
Melville salió a buscar su vida a los 20 años arriba de varias embarcaciones que lo llevaron a recorrer el mundo. Después de tres años regresó para escribir todas sus aventuras. Exceptuando la literatura, Melville se retrata en el cuento John Marr, la historia de un marino que después de conocer "todo el ancho mundo" se instala con su familia en una zona rural. Su mujer y su hijo mueren. A su vez, el escritor echó raíces en una granja en Pittsfield, Massachusetts, y más tarde su hijo se suicidó. "El pasado de John Marr no era el pasado de aquellos granjeros. Las manos de ellos habían asido la esteva del arado, la de él el timón del navío", se lee.
En otros cuentos, Melville narra con humor algunas historias en el frente del general Zachary Taylor (Anécdotas auténticas del Viejo Zack) o, en ¡Quiquiriqui! vuelve a insistir en la obsesión del capitán Ahab por atrapar a la ballena: el narrador hace lo imposible por cazar a un gallo. En El pudín del pobre y las migajas del rico y Los dos templos, Melville da rienda suelta a la crítica social.
Sobre las dificultades de un escritor, Melville también escribió. Al inicio de El violinista se lee la pataleta de un autor ofuscado por una crítica a su obra: "¡Así que mi poema es nefasto, y la fama inmortal no es para mí! Voy a ser un don nadie por siempre jamás. ¡Intolerable destino!". Acaso el autor de Moby Dick escribía autobiográficamente. No podía saber que su destino iba a ser convertirse en clásico.
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