Integración social
Los proyectos integrados de vivienda, como el DS 116, generan una ciudad más integrada socialmente, y viabilizan económicamente su implementación.<br>
EN SEMANAS que se suceden noticias que hacen preocuparnos respecto del futuro social y económico del país, creo conveniente resaltar una acción del gobierno que está dando frutos y que se encamina en la dirección correcta. Se trata del subsidio especial para proyectos con integración, conocido como el DS 116. Con pocas medidas adicionales, pero más dinero sobre la mesa, este programa aborda los temas de reactivación, integración social urbana y se hace cargo de solucionar el problema de familias con subsidios asignados hace años, pero que por precio y oferta no encuentran su vivienda.
Concordante con lo que se acordó en la Comisión Asesora Presidencial para Nueva Política de Desarrollo Urbano, este programa "extraordinario", o sea, no permanente, sincera la falta de recursos mínimos para poder generar vivienda social bien localizada. Los costos de construcción y el precio base del suelo urbano tienen asfixiada la oferta de viviendas para el quintil más pobre, que hoy cuenta con aproximadamente 720 UF para adquirir su vivienda. El DS 116 pone a disposición de las familias más vulnerables 190 UF adicionales para cada una de ellas, en la medida que formen parte de estos nuevos proyectos integrados. En resumidas cuentas, con ahora 910 UF en la mano, las expectativas son bastante mejores. Aún así, cuando uno le pide a estos proyectos mejorar sustancialmente su ubicación, esas platas adicionales se quedan cortas…y por ello se incorporan subsidios adicionales para las otras viviendas de familias medias, generando así un pool de recursos que mejora el producto final.
El gobierno llamó a concurso para otorgar 35.000 subsidios especiales del tipo DS 116, los cuales ya están completamente asignados y en construcción la gran mayoría. Todos los proyectos cuentan con los beneficios antes descritos gracias a que mezclaron dentro de su oferta, viviendas entre las 900 UF y las 2.000 UF. Esta mezcla beneficia a ambas partes, en el sentido que en términos generales los proyectos están mejor localizados respecto del comercio, los servicios y el transporte, y las viviendas cuentan con una apariencia más homogénea y armónica.
Lo que está evidenciando este programa, es que es irreal seguir pensando en viviendas sociales de 700 UF porque el terreno y la construcción son consistentemente más caros que eso. Y por otra parte, que los conjuntos homogéneos de viviendas sociales no contribuyen a la integración urbana ni a la equidad de acceso a bienes públicos. Simplemente decir que los proyectos integrados de vivienda, como los que impulsa este programa puntual del Minvu, no sólo generan una ciudad más integrada socialmente, sino que viabilizan económicamente su implementación. El subsidio cruzado entre viviendas medias y básicas que se produce en un proyecto integrado, no es sólo buena práctica sino necesidad y realismo económico también.
Este es el momento, por las razones de orden transversal ya esgrimidas, para transformar el DS 116 en un programa ordinario y permanente de nuestra política habitacional y urbana. Sería reflejo de compromiso y voluntad política, aparejada con los recursos necesarios para ello.
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