Histórico

José Manuel Borgoño Barros: "A las personas aún le importa el matrimonio"

Así lo señala el director de la Pastoral Familiar de la Arquidiócesis de Santiago.

¿Qué factores pueden haber influido en que ya no sea relevante estar casados para tener hijos?
Creemos que en una primera lectura, las parejas (que tienen un hijo) no piensan en el matrimonio. Lo ven sólo como un compromiso que no quieren asumir. Sin embargo, la gente sigue pensando que es relevante, pues las cifras indican que en el 72 % de los hogares biparentales con hijos, los padres están casados, lo que significa que si bien, cuando tuvieron el hijo no lo estaban, lo hicieron posteriormente. Lo que ocurre que ya no es condición para gestarlo y eventualmente para que nazca, pero al pasar del tiempo se dan cuenta que es necesario para la estabilidad del hogar la existencia de un vínculo permanente.

¿Este fenómeno muestra que ser familia no es sinónimo de matrimonio? 
Tal vez en una primera mirada, pero a poco andar, ven necesario la estabilidad   familiar  que da contraer el vínculo y  la mayoría de los hogares termina contrayendo vínculos porque los estiman necesarios.

¿Por qué puede ser importante que una pareja esté casada para tener hijos?
Primero, el hijo no pide nacer, es fruto del amor de sus padres e invitado al mundo como prolongación de ese amor. Los hijos necesitan un hogar que los cobije y le dé seguridades y que éstas estén basadas en relaciones permanentes, duraderas y de compromiso vital. Donde no existen, los hijos sufren las consecuencias y desarrollan personalidades que dan cuenta  de ello, de diversos modos. Muchos de ellos arrastran situaciones inconvenientes, que los marcan, especialmente en sus comportamientos posteriores de relación con las otras personas y, desde luego, en sus futuras relaciones de pareja.

¿Por qué cree que existe desencanto con el matrimonio en las parejas actuales?
Creo que el problema tiene dos fuentes principales: la inmadurez de las parejas, que no les permite apreciar adecuadamente la importancia de las seguridades que brindan los vínculos permanentes, y las experiencias fallidas que han vivido en sus padres o contemporáneos. Sin embargo, finalmente reconocen la necesidad del matrimonio y aspiran a él aunque lo vean como una situación ideal lejana.

Porque el matrimonio, si bien es cierto, es un tremendo beneficio para la pareja, porque se disfruta más juntos,  no se da en óptimas condiciones por sí solo. Requiere de estar consciente de  los deberes, derechos y responsabilidades que se adquieren con él.

En nuestra Iglesia creemos firmemente en que una adecuada preparación al matrimonio es vital para el desarrollo posterior de la familia base de la sociedad,  y por ello, trabajamos arduamente en ello.

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