Juncal: Hacia el origen del río Aconcagua

Humedales y glaciares son algunas de las maravillas que se pueden visitar durante el otoño en el Parque Andino Juncal, vecino a Portillo. Aunque es un terreno privado, sus dueños lo han abierto a los visitantes que pueden acampar y realizar diversas caminatas por distintos senderos de fácil acceso y bajo desnivel.




En 1911 George Kenrick, un empresario naviero británico nacido en Australia y radicado en Valparaíso, compró un terreno de 14 mil hectáreas en la cuenca del río Juncal, uno de los afluentes del río Aconcagua, pensando en hacer una explotación minera. El terreno siempre tuvo carácter comercial para la familia, hasta que casi 100 años después de que su abuelo lo adquiriera, Catherine Kenrick fue de visita en 2003 al lugar y decidió hacerse cargo de “esta joya maravillosa”, como lo llama.

De ser un espacio al que en los 70, 80 y 90 solo llegaban los campesinos de la zona con sus animales o integrantes de las FF. AA. a hacer ejercicios militares, Kenrick lo transformó en el  Parque Andino Juncal, que hoy es visitado principalmente por amantes de las caminatas, la naturaleza y el andinismo.

Entre sus atractivos están sus cinco humedales, Vega La Roca, Vega de la Paz, Vegas de Nacimiento, Vega Mardones y Vega Las Canchitas, que son espacios para la diversidad biológica. De acuerdo a un catastro realizado por los dueños, en el parque hay al menos 68 especies vegetales, entre ellas dos tipos de astromelias, añañucas, lirios del campo, chuquiragas y soldaditos de cordillera. También hay 42 tipos de pájaros, como el casi amenazado chorlito cordillerano, el chirihue cordillerano y el pato cortacorriente, 10 mamíferos y cinco especies de reptiles.

El desarrollo inmobiliario e industrial en el centro del país se ha transformado en una amenaza para los humedales y su manejo se ha convertido en un desafío, como ha sucedido con el Parque La Isla de Concón, en la desembocadura del río Aconcagua, cerca de una de las plantas de ENAP. Por eso uno de los principales objetivos de los Kenrick es proteger estos espacios y que se mantenga el ecosistema altoandino, y uno de los principales triunfos de Catherine en ese sentido es haber logrado que en 2010 el parque fuera nombrado sitio Ramsar, que significa que pasó a ser parte de una red internacional de preservación de humedales, lo que le da mayor protección frente a los factores que lo amenazan.

A los humedales que hay en el parque se suman los más de veinte glaciares y la media docena de cumbres entre los cinco y seis mil metros de altura, atractivos que lo han ido haciendo conocido entre excursionistas que aprovechan su cercanía a Santiago y Valparaíso -está a sólo dos horas y media en auto de ambas ciudades- para visitarlo.

Entre ellos también hay estudiantes de carreras medioambientales que llegan a conocer el parque como parte de su currículum académico, además de glaciólogos y paisajistas, dice Tomás Dinges, sobrino de Catherine Kenrick y quien pese a que vive en Washington DC viaja todos los años a apoyar el desarrollo del parque. “El parque es tal vez el único pedazo que rodea al río Aconcagua que no está intervenido”, dice.

Su cercanía al centro de esquí Portillo además atrae cada año a huéspedes del hotel que practican heliski, práctica fuera de pista y en la que los traslados se hacen con un helicóptero, pero salvo eso en invierno, por razones de seguridad, el parque se mantiene cerrado para quienes buscan recorrerlo a pie.

La caminata al glaciar 

La entrada al terreno, que por el oeste limita con el río Juncal y por el este, con Argentina, está custodiada por un guardaparques y para llegar ahí se debe seguir un camino de tierra que comienza en la curva cero de la ruta internacional que va a Mendoza. Pasada la estación de trenes Hermanos Clark hay que continuar en dirección sureste por la ribera del río Juncal. Después de unos diez kilómetros por tierra se llega al refugio del guardaparques en el sector denominado Los Hornitos -a casi 2 mil 500 metros de altura- donde se deja el auto y se hace el registro de visitantes, a quienes se les pide una adhesión de tres mil pesos si son chilenos y del doble a los extranjeros. Los Hornitos da acceso a los principales senderos del parque y cuenta con baños básicos y lugares para acampar y hacer fogatas. El lugar también cuenta con sistema de radio para comunicarse con los servicios de emergencia de Valparaíso. Para instalar el camping hay que pagar  mil pesos adicionales y lo mismo por día extra.

Aunque hay paseos de distintos grados de dificultad que se pueden hacer desde Los Hornitos, el más popular es el sendero a los pies del glaciar Juncal, a unos tres  mil metros de altura. De un nivel medio, la excursión toma aproximadamente siete horas en ir y volver.  Es recomendable llevar zapatos de recambio o sandalias para el agua ya que hay que cruzar el estero Monos de Agua, que tiene origen en los deshielos y cuyo caudal varía dependiendo de la época del año y la hora del día. Este estero representa el límite sur del parque y los  más aventureros suelen acampar tras pasarlo en una planicie que está a media hora del glaciar y desde donde se puede disfrutar de las noches con cielo estrellado, o luna llena, como le sucedió a Romina Da Pieve. Esta naturalista argentina, parte del equipo de excursiones del Hotel Explora, hizo el sendero a fines de noviembre del año pasado junto a dos amigos. Comenzó la caminata al atardecer y cuenta que “fue mágico porque íbamos jugando como niños en busca del tesoro”. A medida que oscurecía buscaban los ojos resplandecientes de los animales, entre ellos los zorros. También divisaron guanacos, cóndores, águilas y serpientes. Al día siguiente llegaron a los pies del glaciar.  “Después salió la luna y nos vimos rodeados de montañas. Es distinto a lo que había visto en otros lugares”, agrega.

“Lo que más me gusta de Juncal es su pureza”, dice por su parte, Rodrigo Mujica, director y fundador de Aventuras Patagónicas, empresa que organiza excursiones a los más altos cerros del mundo. Visitó por primera vez el parque con el Club Andino de Chile a los 14 años y subió el Nevado Juncal en 1979. Desde entonces ha vuelto unas 30 veces para guiar expediciones de 12 días a este nevado que está al fondo del valle del río Juncal, a 5.968 metros sobre el nivel del mar. Según él, todavía se ve poca gente en el sector, considerando lo cerca que está de Santiago.

El lugar tiene además otro atractivo: la estación de los Hermanos Clark, parte del trayecto del ferrocarril trasandino que unía las ciudades de Los Andes y Mendoza y que fue inaugurado en 1910. Obra de Juan y Mateo Clark, el proyecto buscaba aumentar el intercambio comercial que pasaba por Valparaíso, ciudad donde vivían los hermanos. Hoy se encuentran vestigios de este tendido que quedó destruido tras varias avalanchas. “Esta estación forma parte del patrimonio ferroviario del país,” dice Kenrick, quien cree que su abuelo hizo amistad con los Clark en el Cerro Alegre, donde ambas familias vivían.

La estación, como el parque, se encuentra a una altitud cercana a los dos mil quinientos metros, así que hay que tomarse con calma el trayecto si no se está acostumbrado a la altura. Se recomienda llevar agua, comida energética, como frutos secos y barritas de cereales; protector solar, zapatos de excursión, bastones, lentes de sol, gorro y no perder la capacidad de asombro ante la majestuosidad de la cordillera.

Datos de interés

El Parque Andino Juncal es un proyecto de conservación ecológico y de turismo sustentable. Esta Área Protegida Privada pertenece a la Comunidad Kenrick Lyon. Tiene 13,796 hectáreas y aunque es un parque privado, está abierto a las visitas y excursionistas de ocho de la mañana a ocho de la tarde, de lunes a viernes, y de siete de la mañana a ocho de la tarde sábados y domingos entre octubre y mayo. No está habilitado para la realización de deportes de invierno, dado que es una zona de alto riesgo de avalanchas, por eso cierra junto con la primera nevazón del invierno. Se recomienda planificar la visita.

Teléfono de contacto: 

+56 9 9337 6336

www.parqueandinojuncal.org

info@parqueandinojuncal.cl

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