Histórico

La vieja escuela nunca muere

En su discurso de agradecimiento, Roger Federer asegura -y uno le cree, porque ya no quedan caballeros como él- que habría aceptado un empate ante Rafael Nadal en la final de Australia.

Sí, la frase es cliché, está hecha para la galería y para el rival, y es imposible de cumplir, pero ilustra el significado de lo que sucedió en la Rod Laver Arena.

Porque en esta final anacrónica, esta delicia vintage, daba lo mismo quién ganara, aunque los fanáticos de FedEx pueden diferir.

El mejor tenista de la historia enfrentaba otra vez en una instancia decisiva a su rival más enconado, el que mejor supo leer que la única forma de vencer a esa máquina de estilo y precisión era dejando el cuerpo y el alma -y algo más- en la cancha.

Y eso ya era un hito para atesorar.

Cuando parecía que las lesiones y la edad (aunque Nadal tiene casi la misma que Murray y Djokovic) ponían en duda su opciones de darle brillo a sus ocasos, el suizo y el español recalibraron y tomaron las decisiones necesarias para enfrentar de la mejor manera posible lo que les falta.

Federer paró un semestre obligado por la rodilla izquierda y, aunque en el intertanto hasta pensó en tirar todo, supo resolver a conciencia. Nadal estuvo fuera casi tres meses por problemas en la muñeca zurda, reformuló su equipo técnico (sumó a Carlos Moyà) y le dio más variedad a su juego, con golpes más directos y potentes, incluido el servicio.

Si alguien creyó que la ATP ahora le pertenecía exclusivamente a Murray y Djokovic, esta final de Australia anticipa otro escenario para 2017, porque la vieja escuela se ha preparado para dar la pelea y dejar de ser una comparsa privilegiada en la repartición que hacen entre sí el escocés y el serbio de los principales botines del circuito.

Después de problemas con drogas y una vida que calificaba de infeliz, Andre Agassi llegó a bajar hasta el puesto 141 antes de iniciar su regreso a la cima de la ATP, a los 33 años; es el ejemplo que todo grande debe tomar en cuenta. John McEnroe, en cambio, los sabáticos que se tomó no le sirvieron para recuperar su mejor versión.

Federer y Nadal quieren seguir el camino del Kid de Las Vegas. Lo de Melbourne fue una declaración de principios al respecto. El mundo está advertido.

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