Histórico

Llega Crímenes Ocultos, la película sobre el peor asesino serial de la Unión Soviética

El filme del director sueco de origen chileno Daniel Espinosa se ambienta durante el estalinismo.

Un fantasma recorre la Unión Soviética. Sin rostro ni palabras, sus huellas son propias de una especie que la doctrina ha enseñado que no existe en el país de Stalin. Se trata de cadáveres de niños y mujeres salvajemente mutilados, diseminados por los bosques cercanos a Rostov, una ciudad del suroeste de Rusia, cerca de la frontera con Ucrania. ¿Es posible que el país que derrotó a los alemanes y logró colocar en 1945 la bandera roja en el Reichstag sea la misma en que vive y respira un psicópata asesino? ¿No es ésta una anomalía foránea que sólo anida en el caldo del lumpen capitalista? El agente Leo Demidov, un patriota condecorado en el frente, sospecha con razón que su país tiene los mismos demonios que cualquier nación al otro lado de la Cortina de Hierro.

Demidov es a estas alturas el protagonista de las tres novelas que el escritor británico Tom Rob Smith ha publicado con gran éxito de ventas y críticas desde el año 2014. La primera se llama El niño 44 y es la que recientemente fue llevada al cine por el director sueco de origen chileno Daniel Espinosa, con un reparto británico en gran parte y de primer nivel: Tom Hardy interpreta a Leo Denisov; Gary Oldman es su superior, el general Mijail Nesterov; Noomi Rapace es su esposa Raisa, y Paddy Considine es el obrero Vladimir Malevich. El filme, el segundo que Espinosa hace en Hollywood después de Protegiendo al enemigo con Denzel Washington,  es producido por Ridley Scott y esta semana llega a los cines chilenos.

La película tiene además  guión del escritor  Richard Price, responsable de las historias de El color del dinero y Apuntes del natural de Martin Scorsese, y su mano se aprecia en la vigorosa exploración de las relaciones personales. Sin embargo, Crímenes ocultos es antes que nada una adaptación del bestseller de Smith, quien  con habilidad tomó el caso de Andrei Chikatilo, un asesino serial descubierto a principios de los años 80, para contar esta ficción en la Unión Soviética de Stalin.

En la trama, Leo Denisov es un joven y promisorio funcionario que busca mirar las cosas con algo más de reflexión que sus compañeros. En pleno 1953, el año de la muerte del camarada Stalin, él cree que los métodos irreflexivos, la brutalidad automática y la paranoia de la MGB (la futura KGB) no se justifican. También cree que los misteriosos asesinatos de niños y mujeres deberían ser de mayor interés nacional que las supuestas amenazas que se ciernen desde los países capitalistas. Pero, claro, los psicópatas seriales no existen en la Unión Soviética. Al menos, eso le dicen sus superiores.

Estrenada en Gran Bretaña en abril, Crímenes ocultos se encontró con un balde de agua fría en Rusia, donde fue prohibida. Los jerarcas alrededor del presidente Vladimir Putin respondieron con una paranoia casi similar a la que manejan los superiores del agente Denisov. El ministro de Cultura Vladimir Medinsky argumentó que la película distorsionaba la historia de su país y que describía a Rusia como si se tratara “del reino oscuro de Mordor”. Agregó que la Rusia de los años 50 era presentada como una tierra de “seres subhumanos, una masa sangrienta de orcos y espíritus malignos”.

El orco ruso

Es probable que ninguno de los actores del filme responda a los conceptos de orcos acuñados por Medinsky, pero el hombre en que se inspiró el escritor Tom Rob Smith, el ucraniano Andrei Chikatilo,  era lo más cerca a un demonio viviente que se podía encontrar en la ex Unión Soviética de los 70.

El escritor británico se toma la licencia de llevar al personaje inspirado en Chikatilo al año 53. Nacido en 1936 , Chikatilo fue una de las tantas víctimas de las colectivizaciones agrícolas del gobierno central. Miles de ucranianos murieron en aquellos tiempos de hambruna y el propio Chikatilo confesó que no comió pan antes de los 15 años. Su hermano mayor, aparentemente, habría muerto a manos de vecinos, quienes luego, en un acto de canibalismo, lo comieron,

Hostilizado por sus compañeros de colegio y rechazado por las mujeres, el hombre que a la larga sería conocido como El Carnicero de Rostov se obsesionó con dos cuestiones durante su juventud: el comunismo y los estudios superiores. Llegó a transformarse en un fanático del régimen, estudió derecho e ingeniería, pero se transformó al ser maestro de escuela, donde los alumnos hacían con él lo mismo que sus viejos compañeros. Es decir,  reírse en su cara, humillarlo. En ese contexto, la formación del perfil psicópata sólo era cosa de tiempo.

En 1978 mató a su primera víctima, una niña de nueve años a la que antes torturó. El resto sólo fue una espiral de crímenes, cada vez más violentos, casi siempre con violaciones, usualmente a mujeres y menores, de preferencia en bosques, con canibalismo de por medio.

Andrei Chikatilo, también conocido como El Destripador Rojo, fue capturado y procesado en 1992. Lo condenaron a un tiro en la cabeza y, para muchos, ni esa pena era justa. Gobernaba Boris Yeltsin en la Rusia post perestroika y habían pasado 40 años con Stalin bajo tierra.

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