Los contrastes del ex Sanatorio de San José de Maipo
La Casa de Salud, que es monumento nacional, hoy alberga a 22 pacientes en el primer piso, mientras que la planta superior ha permanecido inhabilitada por décadas.

San José de Maipo se hizo famoso a principios del siglo XX por las cualidades curativas de la ventisca cordillerana, que permitía sanar a los capitalinos de graves afecciones pulmonares como la tuberculosis, muy común por esos años. En ese contexto, una de las señoras más notables de la alta sociedad chilena, Carolina Doursther, decidió donar a la Junta de Beneficencia de Santiago, en 1911, su propiedad para construir un sanatorio para quienes padecían la patología.
Así, este inmueble de arquitectura neoclásica, dos pisos y una imponente terraza, se convirtió en la Casa de Salud de Mujeres, hoy parte del Complejo Hospitalario San José de Maipo. En el primer piso se atienden 22 pacientes médico-quirúrgicos de baja complejidad, que se encuentran en la última etapa de recuperación y derivados de otros establecimientos de la red pública de salud.
En 1998 parte de esta gigantesca casa, más conocida como ex Sanatorio, fue renovada luego de cuatro años de estar cerrada para la atención de salud. Pero el segundo piso, que había sido arruinado por el terremoto de 1985, quedó en desuso. Con el tiempo se llenó de palomas y sus fecas, escombros y polvo, mientras las camas y la utilería vieja fue apilada en las piezas permaneciendo así hasta este año, a pocos metros de las renovadas estancias donde se atienden pacientes. En su mayoría, estos son adultos mayores y varios en condiciones de vulnerabilidad social o sin redes familiares.
“Por muchos años este segundo piso no ha estado habilitado y nos preocupa que esto pueda influir en los pacientes, por la acumulación de suciedad y también por el poco control que existe de acceso, ya que se puede producir un incendio”, señala Claudio Gutiérrez, presidente de la Asociación de Profesionales de la Salud del Complejo.
La preocupación de los profesionales del área médica son las plagas. “En algún momento los roedores fueron un problema por la acumulación de fierros arriba”, afirma una de las enfermeras que prefiere no identificarse. No obstante, señala que “en otros aspectos, los pacientes están bien aislados del segundo piso, no hay filtraciones y el tránsito hacia arriba es poco. Sólo funciona como bodega”.
Fue a principios este año cuando la dirección del Complejo Hospitalario decidió limpiar la planta superior y sellar el ático para evitar palomas y otras plagas.
“Se invirtieron $ 5 millones en total para realizar un trabajo de limpieza, sellado y cambio de vidrios rotos en las plantas superiores, para ver si logramos dar curso a un proyecto de restauración que comenzamos a trabajar con una de las universidades que tienen campo clínico aquí”, explica la directora del Complejo Hospitalario, Liliana Echeverría. “Además, tenemos un estricto plan de sanitización y desratización todos los meses. Pero estamos emplazados en el cerro, en una comunidad rural, por lo que es muy difícil acabar totalmente con los roedores”, añade.
Restauración
La Casa de Salud para Mujeres es uno de los edificios íconos de la comuna de San José de Maipo, ubicado en el cerro Divisadero, y visible desde el centro del pueblo. Está incluido en el circuito patrimonial de la comuna gracias a su declaratoria como Monumento Histórico en 2004. La dirección del Complejo llegó a un acuerdo este año con la Universidad San Sebastián para generar un proyecto que permita evaluar las posibilidades de rescate del segundo piso y la restauración del inmueble en general.
El académico de la facultad de Arquitectura de la entidad y cabeza del equipo de estudio, Cristián Muñoz, dice que “el segundo piso tiene daños de habitabilidad dado por pérdida de material de los muros, de revoques de barro, o tablas del piso que se han deformado. Pero en una primera apreciación no parece haber daño estructural severo, aunque se deben hacer estudios para saber si hay termitas u hongos”.
El objetivo, aclara la directora del Complejo, Liliana Echeverría, es “estudiar qué usos se puede habilitar en esta planta, así postulamos ideas para una biblioteca, salas de docencia o residencia de los funcionarios”. Este estudio finalizaría en julio, no obstante, según Echeverría, a fin de año se podría saber con certeza qué se hará y dónde se buscará financiamiento.
Como explica la encargada de la Unidad de Patrimonio en el Ministerio de Salud, Karenlyn Mateluna, “los proyectos de recuperación deben ser formulados y financiados por los propios Servicios de Salud”. Agrega que dado su condición de monumento nacional, “para comenzar la restauración se deben recopilar todos los antecedentes y estudios y ser aprobado por el Consejo de Monumentos Nacionales. Eso, más el financiamiento, puede demorar un buen tiempo”.
Por el momento, asegura Echeverría, se pretende aumentar en 18 camas un sector del primer piso para establecer un espacio para que pacientes terminales puedan ser acompañados por sus familias. “El proyecto, denominado ‘Buen Morir’, será abierto cuando termine la campaña de invierno en septiembre”, puntualiza.
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