Los mil cuerpos del deporte
Poseer el cuerpo idóneo para un deporte a veces marca la diferencia entre tener o no un lugar en el podio. Cuánto de la composición es genética y cuánto mero entrenamiento es la gran pregunta de hoy.

¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? ¿Son los deportistas los que están genéticamente predeterminados para realizar un tipo de deporte o es el deporte el que, a través de un constante entrenamiento, moldea los cuerpos de quienes lo practican.
Es fácil identificar a un gimnasta por su cuerpo compacto, tonificado y su musculatura uniforme. O a un nadador por su espalda con forma de triángulo invertido, extremidades muy largas y grandes pies y manos, que les sirven como aletas. Ni hablar de un basquetbolista con su más de metro noventa de estatura. Y así, existe más de una decena de deportistas fáciles de reconocer con tan sólo mirarlos.
Claus Prützmann tiene 37 años y ha sido capitán del equipo de básquetbol de Valdivia por más de una década. Mide 2,04 metros y confiesa que su aspecto físico es fácil de asociar a su deporte. “La gente relaciona mi porte con el básquetbol. Me preguntan si juego o algo similar”, relata. Pero ¿cuántos venían con su ADN codificado para experimentar las características de la disciplina que practican? ¿Y cuántos simplemente las desarrollaron con el tiempo y el fuerte entrenamiento? ¿Existe un cuerpo diseñado para un tipo de deporte o un deporte que produce un tipo de cuerpo?
“La persona que quiera convertirse en campeón olímpico tiene que tener mucho cuidado al elegir a sus padres”, aseguraba Per-Olof Åstrand, uno de los padres de la fisiología moderna del ejercicio.Y es que pareciera que el investigador sueco, en ese entonces, ya relacionaba los genes con el alto rendimiento.
Esto, el doctor Peter Wagner lo comprende muy bien. Wagner es considerado el descubridor del “gen del deporte” y sostiene que existen personas con una “mutación genética que los dota de mejor función cardíaca y músculos seguramente con más capilaridad”, por ejemplo. Lo que les entrega una ventaja ante personas normales.
Érika Olivera, atleta de 40 años, afirma no ser de los genéticamente destinados. “No creo que haya tenido los genes. En mi familia nadie fue deportista. Creo que hay atletas que nacen para desarrollarse en ciertas disciplinas, pero hay otros que con el tiempo se pueden formar, lo que fue mi caso. Yo tenía condiciones, no excelentes, pero entrené bastante y con los años me fui formando. He conocido atletas que no son de élite, pero que han empezado una etapa formativa en que no tienen condiciones, pero con los años el ser perseverante los lleva a ser buenos atletas”, asegura.
Jorge Martínez, piloto de automovilismo y campeón nacional del Rally Mobil en siete ocasiones, tiene 29 años y concuerda con Olivera. Según él, existen deportistas genéticamente diseñados para un deporte. “Sí, de todas maneras hay gente que nace con ciertas habilidades que otra persona no tiene” comenta. Sin embargo no está de acuerdo en la igualdad de condiciones, pues para el Niño Maravilla del Rally chileno “el que nace con el gen de la rapidez, por ejemplo, si entrena a la par con alguien que no lo tiene, siempre será más rápido”, sostiene.
Según Rodrigo Lagos, profesor de educación física y entrenador en la escuela de Tomás González, en la gimnasia tanto la genética como la formación son importantes. Cualquier persona puede realizarla y, por ende, modificar su físico a través de ésta, pero en general “se prioriza a los niños y niñas que no son tan altos, pues así sus palancas corporales son más cortas beneficiando a la rotación en las acrobacias y en la fuerza, en relación al peso corporal”. Además, aclara que la estatura pequeña que caracteriza a los gimnastas no es debido a que la disciplina limite el crecimiento, como algunos creen. Simplemente “es obvio que los que destacan son los de estatura más baja; es como decir, al mirar la NBA, que el básquetbol agranda”, agrega.
Por otro lado, diversos estudios científicos han analizado el gen ACTN3, el cual intenta determinar si una persona es más propensa a los deportes que utilizan la potencia o la resistencia. Así, a través del gen, el cual facilita las contracciones de la musculatura, tornándolas más fuertes o más rápidas, se podría identificar si un niño o niña tendrá más habilidades para el maratón, levantamiento de pesas, ciclismo... Pero este gen no es el único medio a través del cual evaluar a un potencial deportista.
Tal como explica Eduardo Fuentes, de cincuenta años, profesor de educación física y especialista en entrenamiento funcional de SpeedWorks, la fisiología del individuo juega un rol fundamental. “Si se realiza una biopsia muscular,en la cual se extrae una muestra del músculo, se puede determinar qué tipo de fibras lo componen”, asegura.
“En el cuerpo humano existen cuatro tipos de fibra: las lentas, intermedias, rápidas y súper rápidas. Así que por ejemplo, un velocista, el cual requiere evidentemente de la cualidad física de la velocidad para su rendimiento, debe poseer en su composición biológica las fibras rápidas o súper rápidas. De lo contrario es imposible o casi imposible que llegue a ser veloz, aunque en la técnica sea perfecto”, sentencia.
Condenados al dolor
Pero si, por uno u otro motivo, no se tiene la posibilidad para acceder a la tecnología y detectar el gen del deporte o realizar una biopsia muscular, también es posible identificarlo realizando otras pruebas o fijándose en otras cosas. El especialista de SpeedWorks, donde se entrenan varios de los mejores deportistas chilenos de alto rendimiento, agrega: “Otra opción es a través de una prueba de saltos, en la cual se mide el grado de potencia, velocidad y fuerza”.
Con esto es posible identificar la cualidad predominante, pero no determinar el deporte para el que sería mejor. Sin embargo, cuando un profesor o entrenador desea corroborar la habilidad del niño o niña, por ejemplo velocista, “se fija en los desplazamientos”. “Por lo general, un velocista camina más con la punta del pie, casi no pisa con el talón sino en punta de pie como si fuera flotando. Además, tiene una capacidad de reacción muy rápida y son muy hábiles del punto de vista de la eficiencia. También presentan hiperactividad”, asegura.
De cualquier manera, ya sea quienes nacieron genéticamente predestinados para triunfar o aquellos que a través de un entrenamiento exhaustivo lograron el alto rendimiento, todos los deportistas terminan en condiciones similares. Con lesiones crónicas y dolores constantes.
Dependiendo del deporte realizado, se ven afectados ciertos grupos musculares, tendones o articulaciones de por vida. Es sabido que los tenistas quedan con problemas articulares importantes, de ahí el conocido “hombro y codo de tenista”. O la lesión común sufrida por los futbolistas en los ligamentos cruzados.
Leonardo Véliz, tras jugar casi veinte años en el fútbol nacional, confiesa que hoy sufre de las rodillas y hasta tuvo que operarse los meniscos de una pierna, mientras que la otra está en espera. Secuelas que nunca predijo mientras jugaba. “Jamás lo pensé. Cuando uno es joven sólo piensa en jugar a la pelota, no en las consecuencias a futuro”, confiesa. Sin embargo, lo que más le aflige no es el dolor en las rodillas, sino el de no poder acompañar a quienes ama en sus actividades. “Me encantaría subir un cerro con mi mujer, pero no puedo acompañarla por mis rodillas”, cuenta con pesar.
Olivera, por su parte, no ha quedado exenta de dolores. Tras 29 años corriendo y 24 compitiendo en el alto rendimiento, su cuerpo le ha pasado la cuenta. “Tengo hartas discopatías, como cuatro. La primera que tuve fue el año 2003 y de ahí he tenido otras que se han ido sumando. Además tengo dolores articulares, pero lesiones de rodilla o tendones, afortunadamente, no he tenido”, relata.
Pero no sólo los deportes más comunes presentan complicaciones. Martínez, tras años manejando durante horas a alta velocidad, conoce bien las consecuencias. “A la larga, uno va presentando dolor en la espalda baja, porque sufre muchas compresiones por los golpes. Ahí es donde más se resiente. Uno no lo nota en el minuto mismo cuando está corriendo, pero efectivamente el cuello y toda la parte de la columna es súper delicada. Porque hay mucha presión y movimientos muy bruscos”, relata.
Así es como ningún profesional del deporte se salva. Por más que se cuide, tarde o temprano su cuerpo le pasará la cuenta por los centenares de veces que se exigió más de lo soportable. Y tal como dice Prützmann, quien en 2011 se lesionó sus dos tendones de Aquiles y debió ser operado, “todo deportista profesional vive con lesiones y convive con el dolor”.
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
3.
Contenido y experiencias todo el año🎁
Promo Día de la MadreDigital + LT Beneficios $3.990/mes por 6 meses SUSCRÍBETE