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Mini héroes de acción

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Los amantes del cine más clásico estarán de muerte debido al estado de la cartelera y añorarán los días en que verdaderos seres humanos se asomaban en las películas. Hombres con problemas de verdad en historias que trascendían. Muy atrás quedó la época de El Padrino, Taxi Driver y El Espantapájaros, comentaba recientemente en este mismo diario Héctor Soto. Los tiempos cambian y el cine es un reflejo de ello. Hoy los estrenos que más venden y llegan a nuestra cartelera son secuelas o historias de superhéroes. Así están las cosas y sólo queda estar atento a esas esquivas obras donde todavía se preocupan por los seres humanos. Mientras, recibimos el estreno de un hombre cuyo súper poder es reducir su tamaño.

Ant-Man: el Hombre Hormiga es la última apuesta del cine basado en cómics, un superhéroe que puede miniaturizarse y controlar a las hormigas. Bajo esta premisa ridícula los estudios Marvel lanzan a la pelea a uno de sus tantos superhéroes clase B que habitan el mismo universo de los ultrataquilleros Vengadores. El resultado se puede catalogar como dispar, siempre y cuando no seamos muy exigentes. Protagonizado por Paul Rudd y Michael Douglas, Ant-Man es todo lo que se puede esperar tomando en cuenta las características de este atípico personaje. Acción, muchos efectos especiales y la capacidad de entregar alguna que otra cuota de humor, porque sin éste, sería imposible comprarse una idea tan absurda.

Dirigida por Peyton Reed (The Break-up, Yes Man), quien heredó el proyecto luego de que el inglés Edgar Wright, autor del guión junto a Joe Cornish, Adam McKay y el mismísimo Rudd, abandonaran la silla de dirección por diferencias con el estudio, sabe sacarle el justo provecho al material que tiene entre manos y entregar un producto muy menor pero funcional y que, para el estándar actual, está sobre el promedio.

Es cierto que Reed no tiene mucha inventiva visual (el gran viaje final es de una pobreza de imaginación brutal), cae en ripios narrativos y la historia se toma su tiempo antes de partir. Incluso cuando lo hace y vemos el mundo desde la perspectiva del pequeño protagonista, cuesta que todo se vuelva vertiginoso y la diversión comience, pero una vez que lo hace las cosas algo mejoran. Por supuesto que aquí no encontramos desgarros de un alma sufriente, menos urgencia y furia, pero las películas hay que verlas en perspectiva y Ant-Man, a pesar de los pesares, funciona por su liviandad y por ser capaz de demostrar que hasta una idea tan tirada de las mechas como esta puede resultar si las cosas se hacen con esfuerzo. Y hoy por hoy, eso cuenta.

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