Cuando Kazuyoshi Miura debutó como futbolista profesional, hace 31 años, el Yokohama FC no estaba ni siquiera en los planes de sus futuros fundadores. Miura, un delantero japonés reputado y con fama de eterno, se estrenó en 1986 en el Santos, por la primera división brasileña. En ese país el nipón forjaría una carrera medianamente exitosa, paseándose entre clubes connotados y otros casi anónimos.

Vistió, además de la del Santos, las camisetas del Palmeiras, Coritiba, Regatas y el Esporte Clube XV de Novembro. Luego, a comienzos de los 90', volvería a su natal Japón para firmar por el Verdy Kawasaki. Ahí jugaría apenas una temporada y emigraría a la Seria A, para defender al Genoa. De ahí en más un periplo sinuoso que lo llevaría a países como Croacia, Australia y de nuevo Japón y a defender un número indeterminado de clubes.

Entre medio, además, disputaría las clasificatorias para los mundiales de Estados Unidos 1994, Francia 98 y Corea y Japón 2002. Y ganaría, además, tres títulos internacionales con su selección.

Hasta que en 2006, Miura, el eterno, recalaría en el Yokohama FC. Lo haría con unos cuidadísimos 39 años de vida y 20 de carrera, mientras que su equipo apenas registraba ocho temporadas desde su fundación. Con un talento moderado y físico de sobra, Miura se haría leyenda y, cada enero, terminaría renovando su contrato. Y todavía: porque hoy, con 50 impecables años encima, el mito firmó la renovación de su contrato por una temporada más. Jugará, al menos, hasta los 51 y se acerca al récord de Robert Carmona, un adulto casi mayor uruguayo de 54 primaveras que aún brilla en el fútbol profesional de su país.

Miura, por ahora, sigue vigente. Lo anunció con gritos ante un cúmulo de periodistas asiáticos. Y afirmó que por su mente ni siquiera se ha cruzado esa fatídica palabra llamada retiro.