Histórico

Monitoreo de los aprendizajes

Conozca una nueva clase del curso de liderazgo de la enseñanza y aprendizaje escolar impartido en el diplomado en gestión directiva de organizaciones escolares de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

En el tema anterior profundizamos en la importancia de fijar metas que movilicen a la acción a nuestra comunidad escolar. Una vez fijadas, el desafío es generar sistemas de seguimiento que nos permitan asegurar que vamos avanzando en la dirección deseada. En ese sentido, una tensión frecuente que enfrentan los directivos es en qué centrar el monitoreo: si en los procesos implementados o en los resultados alcanzados.

Una de las herramientas de monitoreo de resultados de los estudiantes utilizadas con frecuencia son las pruebas de nivel, que si bien nos dan indicadores acerca del desempeño de nuestros estudiantes en distintos momentos y sirven de fuente de información para tomar decisiones oportunas, implican mucha preparación e inversión. De hecho, hay establecimientos que no cuentan con la capacidad interna para poder generarlas y deben pedir apoyo a terceros. Otra forma de monitorear los avances son las observaciones de clases, donde se pueden observar directamente las interacciones pedagógicas y el repertorio de estrategias de enseñanza desplegados por los docentes para el logro de los aprendizajes de sus estudiantes. Esta es una estrategia que se ha instalando progresivamente como una forma de acompañar y mejorar el desempeño de los profesores en los últimos años.

Uno de los desafíos del Programa de gestión escolar (SMP, School Managment Program) de la Universidad de California ha sido el simplificar los procesos de seguimiento de los aprendizajes organizando sistemas que involucren a directivos y profesores, de tal manera que sean un verdadero aporte al desarrollo profesional. Es así como Pat Martinez-Miller junto a su equipo ha elaborado un protocolo de Caminatas de aula, cuyo objetivo es vincular el aprendizaje de los estudiantes con la práctica profesional de los docentes. Su propósito es generar conversaciones acerca de lo que está pasando en las salas de clases, recoger evidencias de que los alumnos están aprendiendo y usar esa información para fortalecer lo que se está haciendo o rediseñar las acciones en la dirección deseada.

Organizar las caminatas de aula implica convocar a 3 o 4 personas (jefe de UTP, coordinadores de ciclo, jefes de departamento y profesores) para que definan una pregunta focal que guiará sus observaciones. La principal característica de una buena pregunta focal es que está centrada en buscar evidencias de aprendizaje en los estudiantes. Una vez recolectada la información, se discute en el grupo sobre ella y se identifican patrones que permitan tener una clara noción de lo que está sucediendo en relación con las metas propuestas, para así decidir sobre los próximos pasos. Esta práctica de caminata de aula es parte de un ciclo de mejoramiento continuo, que implica tener indicadores claros de las metas que se quieren alcanzar y generar cambios en función de la información recolectada a través de las observaciones.

Como señalamos al principio de este curso, la enseñanza y el aprendizaje son el núcleo técnico de la gestión escolar. Por tanto, es indispensable avanzar en el desarrollo de estrategias de monitoreo que permitan a los directivos predecir resultados, adelantarse en la toma de decisiones para mejorar los procesos, fortalecer en sus equipos de trabajo la creencia de que cuentan con los recursos profesionales necesarios para generar aprendizajes de calidad y, principalmente, que permita a los propios estudiantes tener claridad sobre sus avances y comprometerse con su aprendizaje.

CRITERIOS PARA PREGUNTAS FOCALES EFECTIVAS
Se centran en lo que los estudiantes están comprendiendo o haciendo.

Emergen de la curiosidad natural de los profesores.

Son suficientemente abiertas para permitir que surjan posibilidades que no se habían considerado inicialmente.

No tienen una respuesta correcta o incorrecta.

Están más relacionadas con descubrir que con medir.

Pueden responderse a partir de observaciones y descripciones.

Generan datos que dan información acerca del avance hacia la meta definida.

Se formulan como: "¿Qué evidencia vemos de que los estudiantes están…?".

INTERVENCION TEMPRANA
Con la premisa de que "cada niño es un universo distinto", el director de currículum del colegio Nido de Aguilas, Andrew Dey, comenzó su investigación para entender el porqué sus alumnos de 7º básico en una escuela de la que era director en Estados Unidos eran incapaces de asimilar ciertas materias en matemática y ciencias. Constató que no contaban con estrategias eficientes de comprensión lectora, por tanto, no podían asimilar las materias explicadas y resolver los problemas planteados.

Enfocado en buscar una forma de ayudarlos, llegó al sistema DIBELS (Dynamic Indicators of Basic Early Literacy Skills, por sus siglas en inglés), que también utiliza actualmente en Chile. Consiste en que el profesor se siente al lado del estudiante y lo escuche leer un texto. "Son 60 segundos que pueden cambiar el rumbo de la enseñanza de un alumno", puntualiza Dey. Con esta infomación el docente puede tener una radiografía particular de cada estudiante, entendiendo cuáles son sus debilidades, fortalezas y, específicamente, su nivel en comparación con los otros alumnos en habilidades claves para la comprensión lectora.

El sistema se puede aplicar desde kínder hasta octavo básico con parámetros y objetivos distintos por nivel. En estudios realizados a más de 4 millones de alumnos, los resultados de su aplicación son rotundos: si se toman medidas a principios de 1º básico, hay un 68% de probabilidades de que los alumnos tengan éxito; decreciendo sus potencialidades a un 5% en segundo básico. "No implica que los alumnos de cursos mayores no puedan superarse, sino que el incremento de sus potencialidades se verá disminuido y requerirá de mayores inversiones", señala Dey.

El profesor recalca que el método sirve también para tener un diagnóstico específico de lo que necesitan los estudiantes, monitorear el programa y, finalmente, hacer una evaluación de los resultados. "Para que un alumno desarrolle todo su potencial, la intervención temprana es clave. Pero lo fundamental es ir teniendo la información oportuna para poder intervenir", indica.

En este sentido, Dey destaca el rol del director, quien tiene la obligación de que esto se lleve a cabo y también de asegurarse de que los profesores cuenten con los datos necesarios para conversar sobre las necesidades académicas que tienen sus alumnos y las posibles estrategias de intervención.

Conozca más de este tema en la plataforma online del curso Liderazgo de la enseñanza y aprendizaje escolar, impartido en el Diplomado Gestión de Organizaciones Escolares.

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