Histórico

Muere el Premio Nacional Cirilo Vila, gran maestro de músicos

El compositor, profesor y pianista, que llevaba bastantes años recluido, murió este jueves de un infarto a los 77 años.

“Un pianista, como cualquier otro intérprete digno de tal calificativo, es y debe ser ante todo un músico, cabal y consciente”, escribió en un artículo para la Revista Musical Chilena, titulado Situación de la literatura pianística en el experimentalismo contemporáneo. Tenía sólo 21 años, pero Cirilo Vila, formador de futuros maestros y músicos, doctos y populares, mostraba una inusual lucidez. Sabía de lo que hablaba: dominaba, como pocos, el piano y las partituras desde los 7 años, cuando tomó sus primeras clases en el Conservatorio Nacional de Música de la U. de Chile. Este jueves, a los 77 años, Cirilo Vila murió de un infarto tras estar varios años lejos de la escena local.

Nacido en Santiago, el 7 de octubre de 1937, egresó de la universidad como Intérprete con mención en Piano, en 1959. En paralelo, había estudiado composición con Alfonso Letelier (1954-1958) y Gustavo Becerra (1960-1961). “Para él, el aula no era el sitio más importante para su relación con el aprendizaje y la enseñanza. La fuente principal estaba en las conversaciones de pasillo, de patio, de grupos en diversas situaciones, que me atrevo a calificar como privadas”, decía Becerra de su virtuoso alumno, quien fue parte de la Orquesta Sinfónica de Chile en 1954.

Su primer premio, Vila lo obtuvo en 1957, cuando recibió el Orrego Carvallo. Aún no alcanzaba los 30 años, pero se había hecho un espacio en la recelosa escena de la música docta chilena de mitad de siglo. En 1958, tras un concierto en la Sala Valentín Letelier junto al violinista Francisco Quesada, con obras de Bach, Brahms y Debussy, el crítico Federico Heinlein escribió: “Cirilo Vila llama la atención por su `toucher’ sensitivo, su adiestramiento en el espíritu de las obras y una considerable técnica”.

En 1960, gracias a una beca del gobierno italiano, viaja a Roma para estudiar dirección de orquesta en el Conservatorio Santa Cecilia, a cargo de Franco Ferrara. Luego, en 1964, llega a París para seguir sus estudios con Pierre Dervaux en la École Normale. Se mantuvo en Europa hasta 1970, cuando retorna a Chile para asumir como docente en la Facultad de Artes de la U. de Chile, labor a la que consagró su vida. “Postergó su carrera de pianista para dedicarse a la composición y, sobre todo, a la enseñanza”, dice el musicólogo Juan Pablo González. “Se dijo que era el sucesor de Claudio Arrau, pero su tremenda vocación docente pudo más, y formó a muchas generaciones de compositores, músicos y musicólogos”. Está en lo cierto. “Siempre fue un profesor a su manera. Sus motivaciones nada tenían que ver con las prescripciones programáticas del Conservatorio o el funcionamiento administrativo de la Facultad. Él ha amado la música, eso es todo, y este amor ha sido siempre el centro de su vida”, dijo años atrás Eduardo Carrasco, ex alumno suyo y fundador de Quilapayún, conjunto para el que transcribió composiciones, además de varias canciones de Víctor Jara.

Otro discípulo del creador de Recuerdo del mar (1984) y Navegaciones (1976), fue el compositor Iván Barrientos. “Sus notables reducciones al piano de las obras orquestales de Mozart, Beethoven, Brahms o cualquier otro eran incomparables”, dijo.

En 2004, Cirilo Vila, recibió el Premio Nacional de Artes, mención Música. En esa ocasión el músico se había mostró sorprendido. Así lo expresó: “A veces uno tiene períodos de cuestionamiento y piensa que podría hacer las cosas mejor. El premio me resulta, de alguna manera, una noticia sorpresiva”. Los presentes aplaudieron y seguirán aplaudiendo sus méritos de sobra.

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