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Nano Stern en el Movistar Arena: Como un volantín

El cantautor estrenó este domingo su último álbum, Mil 500 vueltas, en un emotivo y contestatario show.

Ofrece una sonrisa permanente, da las gracias, se lleva las manos al pecho en un gesto humilde y comprometido, pero de pronto a Nano Stern la buena onda no le resulta suficiente y, en giro temperamental, se lanza en picada. Domingo, noche, estreno de Mil 500 vueltas, su último álbum en el Movistar Arena acomodado a media capacidad con público que casi repleta el lugar, y al turno de Dos cantores, que incluyó un sample con la voz de Violeta Parra reclamando falta de apoyo, exigió sin ambages a los ejecutivos de televisión que se la jueguen por mejores contenidos, apuntando en paralelo programas como Lip sync Chile, ese donde famosillos hacen fonomímica bailando destartalados.

Stern funciona así, con un show que va subiendo de intensidad y a ratos ofrece remansos, a la manera de un volantín que se deja llevar por el viento y que luego se recoge rasante, tensionando adecuadamente su interpretación y la de los músicos que le acompañan, toda gente diestra en instrumentos a leña, y cómo marcar acentos y ligeras acrobacias que pasan piola mientras la música fluye.

Mil 500 vueltas en vivo se reconvierte en una obra con mayor peso que en el disco. Aquello que en la grabación se ofrece mullido y hasta cándido, acá permuta en fuerza y actitud, a partir de la vibra de Stern, la fuerza de su voz y los matices a desplegar. En Nube cantó a capela y logró lo que ocurre cuando utiliza ese recurso: la sala empequeñece sobrecogida ante un gesto que denota entrega y pasión. En el siguiente tema, Necesito una canción, atacó con apasionados rasgueos y punteos, testimonio también de lo fundamental que resulta Led Zeppelin en su manera de urdir guitarras, a la vez un momento de inflexión en el desarrollo del concierto. Fue el punto en que el público olvidó la formalidad de la butaca y se puso de pie. Otro momento clave sucedió con la aparición de Roberto Márquez de Illapu. Juntos interpretaron una de las composiciones más conmovedoras en la historia de nuestra música popular: Para seguir viviendo, la vívida descripción del martirio de Rodrigo Rojas de Negri.

A estas alturas, con una década de carrera y una maciza discografía, Nano Stern es un paradigma de músico con toques mestizos. Su música es chilena pero se alimenta de coordenadas de la región -detallitos rioplatenses, la presencia del cajón peruano-, y también pizcas de sonidos de la vieja Europa. Un lenguaje musical portentoso, reforzado además por su formación académica. Por un lado humilde, a la par ambicioso, y en notable equilibrio.

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