Señor director:

Me parece increíble que no se haya discutido la propuesta de un sistema uninominal, caracterizado por tener un solo diputado por distrito. Tal sistema es, a mi juicio, el  que mejor garantiza que nuestros representantes respondan a las exigencias de sus electores, y no a los de directivas de los partidos políticos.

En un sistema uninominal, para salir elegido en un distrito se requiere en primera vuelta más del 50% de los votos. En caso de que ningún candidato alcance ese porcentaje, se va a una segunda vuelta entre las dos o tres más altas mayorías y queda elegido el que obtiene la más alta votación.

El sistema uninominal obliga al candidato a convencer y -lo que es más importante- a orientar su comportamiento según las opiniones y preferencias de sus electores. Muchas de las grandes democracias en el mundo utilizan el sistema uninominal. Es el caso de Francia, que habiendo abandonado un sistema proporcional emplea el sistema uninominal con segunda vuelta para elegir un único diputado por distrito.

Lo esencial en democracia es que el representante se comporte de acuerdo a los principios y valores que lo llevaron a ser elegido, y que tenga la sensibilidad necesaria para percibir la forma en que sus electores reaccionan frente a los desafíos que el país va enfrentando. Así, el ciudadano queda en condiciones de juzgar el desempeño de su representante.

Los partidos trabajan al son de subconjuntos minoritarios de la población. En Chile hay poco más de 13 millones de electores potenciales. En una Cámara con 120 diputados, cada uno representaría a menos de 120 mil electores. Si bien el uninominal requeriría redistritaje, dicho proceso obligaría a partidos y candidatos a precisar sus propuestas y explicar sus diferencias. El estado de California recientemente ha confiado el poder de definir los límites distritales a una comisión independiente.

Alvaro de la Barra G.