Pekka Himanen, el filósofo finlandés que promueve la "ética hacker"
De visita en Chile, el autor finlandés defiende el espíritu de la era virtual: trabajo en equipo y el libre acceso al conocimiento.
Internet no habría existido sin los hackers. Tampoco los ebooks o los sistemas operativos para los teléfonos móviles. Aunque generalmente se asocia a cibercriminales, el término hacker alude, en principio, a aquellos programadores que gozan con su actividad y comparten ese entusiasmo difundiendo no sólo sus programas, sino también los códigos que los determinan. Para ellos, el conocimiento y las innovaciones tecnológicas son, en sí, un bien común.
Pekka Himanen (Finlandia, 1973) empezó a programar a los 12 años y se obsesionó con los computadores. Dispuesto a estudiar cómo la tecnología transforma nuestra relación con el mundo, estudió filosofía en la U. de Helsinki. A los 21 años obtuvo el grado de doctor y comenzó a trabajar para centros de investigación en EE.UU., Inglaterra y Japón.
Invitado a la Cátedra Globalización y Democracia de la UDP, Himanen dictó una charla basada en el libro que lo consagró como el filósofo de la tecnología: La ética del hacker y el espíritu de la era de la información (2001).
Aludiendo a una de las obras más conocidas del sociólogo alemán Max Weber (La ética protestante y el espíritu del capitalismo), Himanen profundiza en los principios colaborativos que surgieron en los 70, en el Laboratorio de Inteligencia Artificial del MIT. "La ética hacker se sostiene en dos pilares fundamentales: la pasión por lo que uno hace y la interacción con el resto", dice Himanen a La Tercera.
Esta actitud, propia de la sociedad de la información, se contrapone a la ética protestante, donde "trabajamos porque no sabemos qué otra cosa hacer, al igual que vivimos porque no sabemos qué otra cosa podríamos hacer. En otras palabras, trabajamos para trabajar y vivimos para vivir". En términos prácticos, quienes viven el modo hacker no organizan su tiempo en jornadas laborales rutinarias -que coartan la creatividad-, sino como "un flujo dinámico entre el trabajo y las otras pasiones de la vida, con un ritmo en el que siempre hay espacio para el juego".
¿Utopía o realidad? Himanen es optimista. "La gente joven cada vez busca trabajos más enriquecedores y significativos. Y los empleadores se dan cuenta".
Punto esencial es el trabajo en equipo. Aquí entran dos factores primordiales: la confianza en el otro y el libre acceso al conocimiento. De este modo, ningún problema tendría que resolverse más de una vez.
Un ejemplo es el de los softwares libres, que pueden ser usados, modificados y redistribuidos sin límites. "Que sean libres no significa, necesariamente, que sean gratuitos. Lo importante es que los aspectos necesarios para que otros sigan desarrollándolos sean de público conocimiento. Como Android, de Linux, que es de código abierto", cuenta Himanen, quien ha sido asesor de Nokia. "Estos principios se aplican también en la educación. La clave está en no sólo transmitir conocimiento, sino en entregar a los jóvenes las herramientas necesarias para que encuentren su verdadera pasión".
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