Pidiendo una foto oficial sólo con sus ministras y bromeando con Jaime Mañalich -a propósito de los dichos del lunes del ministro de Salud sobre la despenalización de "algunas drogas"- inició la jornada de ayer Sebastián Piñera. Eran las 8 am y el Presidente estaba de buen ánimo, en la antesala de su última cuenta pública ante el Congreso Pleno.

El discurso había sido afinado hasta el día anterior. El Mandatario estuvo en La Moneda hasta pasada la medianoche con sus asesores y luego se trasladó, junto al ministro Cristián Larroulet, a Cerro Castillo. En el trayecto revisaron una vez más el texto, antes de que Piñera se encontrara en Viña del Mar con su familia y -según fuentes cercanas al gobierno- con amigos como Carlos Alberto Délano, Juan Claro, Blas Tomic, Jorge Carey. También habría estado Ignacio Cueto.

En sus casi tres horas de discurso, Piñera optó por una revisión de su gobierno y realizar anuncios en materia en educación y salud: mencionó la obligatoriedad del kínder como requisito para el ingreso a la enseñanza básica, un mayor acceso a la salud dental y, para impulsar una mayor natalidad en el país, la entrega de un bono a partir del nacimiento del tercer hijo y el aumento de los tratamientos contra la infertilidad en el sistema público (ver págs. 10 y 12). Según el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, los anuncios tienen un costo total de US$ 400 millones.

A la hora de los balances, marcó con nitidez la comparación entre los resultados alcanzados por su administración versus el gobierno de Michelle Bachelet. Aunque nunca mencionó expresamente a la hoy candidata, hizo más de 30 comparaciones, apuntando a los avances de "los últimos tres años" y sus diferencias con "el período anterior".

"Chile es hoy un mejor país para nacer, estudiar, trabajar, emprender, para formar una familia y envejecer. En síntesis, un mejor país para vivir que el que era hace tan sólo tres años", señaló el Mandatario, detallando cifras en crecimiento económico, empleo, vivienda e infraestructura (ver págs. 6 y 7).

"Cuando asumimos, la economía estaba perdiendo su capacidad de crecer, de crear empleos e incremenetar los salarios. La pobreza y las desigualdades estaban aumentando. La calidad de la educación permanecía estancada. La inversión y productividad estaban cayendo y nos estábamos alejando de los equilibrios macroeconómicos", sostuvo el Mandatario.

Este enfoque para su última cuenta pública había sido conversado hace semanas por Piñera y su comité político. La idea era fortalecer a la Alianza, con miras a los comicios de noviembre. Esto generó críticas de la oposición.

Piñera también hizo una encendida defensa del ideario de su sector. Así, retomó su diseño de gobierno de impulsar una "sociedad de oportunidades, seguridades y valores", incluyendo dentro de estos últimos el valor de la vida humana, el fortalecimiento de la familia y la promoción de la libertad. "Creemos en una economía social de mercado (...) También en la libre competencia, en la protección de los derechos de nuestros trabajadores y consumidores. Estas dos creencias están lejos de ser contradictorias", sostuvo.

La defensa del ideario del sector también marcó el momento en que Piñera abordó el debate sobre educación. Ahí, destacó la idea de una "sociedad docente" y la libertad de enseñanza. Y ante los reclamos sobre gratuidad, reafirmó que "no nos parece justo" financiar la educación "de los más privilegiados".

El Presidente cerró agradeciendo a sus colaboradores y especialmente a su esposa, Cecilia Morel, quien, emocionada, se llevó los aplausos más fuertes de la jornada. Más tarde, en un cóctel en Cerro Castillo, fue la encargada del brindis antes funcionarios de gobierno y dirigentes oficialistas.