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¿Por qué las personas toman riesgos?

<img height="21" alt="" width="94" src="https://static-latercera-qa.s3.amazonaws.com/wp-content/uploads/sites/7/200811/193348.jpg" />  <br /> Desde hace décadas que la ciencia está empeñada en descubrir los mecanismos que llevan a algunas personas a poner en peligro su estabilidad emocional, financiera o incluso física.

¿Usted lo haría? ¿Cambiaría de trabajo en medio de la actual crisis económica?, ¿Invertiría la herencia que acaba de recibir en ese negocio que se ve prometedor? Como nunca antes en la historia del mundo, tomar riesgos es una actitud que ha adquirido una enorme valoración social. Con connotaciones muy ligadas al emprendimiento y al éxito financiero, pero que se ha traspasado a muchos otros ámbitos de la vida, como los juegos de azar y los deportes extremos.

El que se arriesga, gana. Esa ha sido la premisa imperante desde principios de los '90, cuando los economistas comenzaron a diseñar instrumentos que -según ellos- podían controlar el riesgo hasta en un 99% de los casos. Aunque, claro, la crisis de Wall Street demostró que el riesgo sigue teniendo una zona oscura e incierta que, pese a representar un despreciable 1%, puede terminar desatando la mayor debacle financiera de los últimos 70 años.

¿Qué lleva a algunas personas a ser capaces de poner en peligro su estabilidad emocional, financiera o incluso física, apostando sin ninguna certeza por algo que en el último minuto puede fracasar? En los últimos 30 años, la ciencia ha buscado una respuesta.

DESDE GALILEO A COLÓN
En lo primero que coinciden los especialistas es que detrás de este comportamiento existe una raíz evolutiva. En el mundo primitivo, quienes se arriesgaron abrieron el camino para que los demás transitaran con seguridad y así la especie humana pudiera sobrevivir.

Desde los primeros humanos que se atrevieron a salir de África hasta Galileo o Colón. Cada uno de estos personajes habría estado marcado por un perfil genético que los impulsó a acciones temerarias y fuera de toda lógica de su tiempo. La misma carga genética que perdura hasta nuestros días en un 40% de la población, según explica a La Tercera el sicólogo clínico de la U. de Delaware de Estados Unidos, David Zuckerman, quien lleva más de cuatro décadas estudiando el tema. Pero en las sociedades con sus necesidades básicas satisfechas, como las del mundo desarrollado, la única forma en que estas personas predispuestas al riesgo pueden sentir la adrenalina que impulsó a sus antepasados es incurriendo en acciones que muchas veces los llevan a situaciones límite.

Una encuesta entre estudiantes de la U. de Illinois, realizada en 2001 por el sicólogo social Edward Diener, por ejemplo, concluyó que muchos jóvenes prefieren vidas cortas, pero intensas y con éxitos importantes al momento de morir. Es lo que llaman "Efecto James Dean", aludiendo a la muerte del actor ocurrida en los años '50, a los 24 años, cuando protagonizaba una exitosa carrera fílmica. En la era de la información y la globalización, las personas están centradas en el aquí y ahora, y no importa que la vida sea corta, sino vivirla intensamente.

EL ROL DE LOS GENES
Durante las últimas décadas, la neurobiología se ha encargado de describir uno a uno los diferentes rasgos genéticos que identifican a estos buscadores de riesgos. Y uno de los más relevantes es la hormona testosterona, responsable de la agresividad y del comportamiento aventurero. Mientras más elevada sea su presencia en el organismo, más proclive será la persona a tomar riesgos. Y la comprobación más reciente provino precisamente del campo de la economía.

En un estudio de 2008, los científicos midieron en la saliva de 17 corredores de la Bolsa de Londres sus niveles de testosterona. A cada uno se le analizó durante ocho días, primero en la mañana, antes de que comenzaran su jornada laboral, y luego en la tarde. Los días en que la testosterona estaba elevada desde muy temprano, los ejecutivos tuvieron ganancias por encima del promedio.

Otro elemento clave es la dopamina, neurotransmisor  responsable de que las personas sientan la energía vital. Científicos israelíes identificaron un gen llamado Drd4, que se encuentra en el cromosoma 11. Este trozo de ADN fue bautizado como el "gen del riesgo" porque es el encargado de producir una proteína que reabsorbe la dopamina presente en el cerebro.

Se estima que el 10% de las personas que toman riesgos extremos registran una mayor actividad en este gen, por lo cual los niveles de dopamina presentes en su cerebro son habitualmente menores. Es decir, requieren de un estímulo externo mayor para alcanzar la cantidad de dopamina necesaria para sentirse "vivos". En otras palabras, si para la mayoría de la gente es suficiente subirse a la montaña rusa para que su corazón comience a latir rápidamente y las manos les suden, estos individuos sólo sentirán lo mismo lanzándose en paracaídas. Por lo mismo, les resulta más fácil manejar el estrés y la ansiedad.

Hay otra proteína que también jugaría un rol clave en la predisposición al riesgo. Se trata de la monoamino oxidasa y se ha comprobado que su nivel en el organismo es inferior en quienes se arriesgan. Esta sustancia se presenta, en general, en cantidades más elevadas en mujeres que en hombres. Otro signo de la evolución: ellas deben asegurar el nido, mientras ellos salen a cazar para proveer el alimento. Además, va aumentado a medida que pasan los años, por lo que la cautela que suele acompañar a la madures también estaría definida por los genes.

EXTRAVERTIDOS Y NEURÓTICOS
Recientemente, además, la economía se está sumando a la ciencia en descubrir los rasgos sicológicos que definen a las personas que toman riesgos. Una investigación de la Escuela de Negocios de Londres estudió a 1.669 ejecutivos del ámbito de las finanzas. Durante tres años, analizaron el desempeño y la tendencia al riesgo de estos profesionales y luego les aplicaron un test de personalidad sacando importantes conclusiones.

En el trabajo vieron que las personas que son extravertidas y abiertas a lo nuevo son las más dispuestas a correr riesgos financieros. Asimismo, estos sujetos tienden a cambiar de profesión y de trabajo, muchas veces sin tener una alternativa.

Por el contrario, los que se caracterizan como meticulosos, neuróticos y quienes buscan complacer a los demás, son los que menos riesgos corren. Esto porque evitan exponerse a las consecuencias negativas que puede tener el hecho de apostar por algo incierto. En este grupo, sólo los neuróticos aceptan un cierto nivel de riesgo y es exclusivamente en aspectos relativos a su salud: son los que más declaran beber y fumar en exceso.

Pero más allá de este perfil, los especialistas advierten que no hay que mirar a quienes toman riesgos como precipitados e irreflexivos. Esto porque las investigaciones revelan que se trata de personas resilientes. Es decir, ante un fracaso no se derrumban con facilidad y se levantan rápidamente para, pronto, estar haciendo una nueva apuesta.

RASGOS DE PERSONALIDAD Y RIESGO
Un estudio de la Escuela de Negocios de Londres sobre "Personalidad y propensión al riesgo", determinó las características individuales que más empujan a tomar riesgos.

- Extravertidos: son los inclinados al riesgo por excelencia. Buscan las sensaciones nuevas, los estímulos y la compañía de otros. Necesitan estar conectados con el mundo y comunicarse, lo que les permite manejar bien el estrés y no temer el arriesgarse y apostar.

- Abiertos a lo nuevo: buscan el riesgo porque les gusta la emoción y la aventura. Son imaginativos, creativos y pueden renunciar a un trabajo sin tener donde irse. También pueden cambiar radicalmente de profesión. En materia financiera pueden apostar todos los huevos en la misma canasta, sin temor a perder todo.

- Meticulosos: son auto disciplinados, detallistas y sumisos y, de esta manera, buscan el éxito. Planean su comportamiento paso a paso, por lo tanto no se arriesgan en lo más mínimo.

- Neuróticos: son inestables emocionalmente, se enojan con facilidad, se angustian, se deprimen y son vulnerables al estrés. Ellos tratan de tener todo bajo control y, por lo tanto, tratan de minimizar al máximo el riesgo. Donde demuestran su mayor aversión  a éste es en materia financiera. El único riesgo que corren es en materia de salud: la mayoría dice que toma alcohol o fuma.

- Complacientes: siempre andan ayudando, y no pueden pensar mal de nadie. Buscan aislarse de todo lo que signifique exponerse a consecuencias negativas. Por esto, se alejan al máximo del riesgo.

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