Histórico

¿Por qué los hombres lloran cuando ven Toy Story 3?

Expertos en sicología masculina revelan el porqué mientras los niños disfrutan la película, los adultos no pueden contener las lágrimas

Los juguetes representan la conexión con un tiempo sin preocupaciones y con la experiencia del juego."

Perder una final del Mundial de Fútbol es, como vimos hace poco, una de las escasas situaciones en que los hombres se permiten llorar en público. A pesar de la transformación de nuestra sociedad, muchos siguen pensando que "los hombres no lloran" y que la debilidad no se demuestra, por lo que estos momentos siguen siendo escasos. Sin embargo, por estos días, ellos han agregado un nuevo evento a su lista: ver Toy Story 3, la última película de Disney Pixar.

En Estados Unidos, varios críticos ya hablan de un fenómeno puntual: el conflicto que Andy, el joven dueño de los famosos Woody y Buzz Lightyear, enfrenta al tener que decidir qué hacer con sus juguetes antes de partir a la universidad, ha tocado de una manera inesperada el corazón de los hombres adultos, que no pueden evitar soltar el llanto en las salas de cine.

En Chile, el crítico Daniel Villalobos plantea que "en Toy Story 3 son muy importantes temas como la nostalgia o el amor por los viejos tiempos. Ambos conceptos son temas adultos, no infantiles, por lo que el objetivo final serían los padres", asegura. Tres especialistas en sicología masculina develan el porqué.

Nostalgia por lo que no volverá

Michael Kimmel, sociólogo de la U. de Stony Brook (EE.UU), argumenta que cuando "los hombres lloran, no lo hacen por la misma razón que las mujeres". Ellas suelen derramar lágrimas por temas del presente o por lo que pueda pasar en el futuro, dice, pero ellos por nostalgia, por algo que han perdido y que no volverá".

Por eso no le parece extraño que los hombres adultos lloren al ver Toy Story 3, ya que el momento en que Andy debe decidir el futuro de sus juguetes les recuerda lo que ellos vivieron al pasar de la adolescencia a la juventud, o sea, tener que despedirse de un tiempo de libertad y falta de preocupaciones.
"Si los hombres lloran, es porque los conmueve esa conexión con el tiempo en que eran inocentes y libres, antes de que se les comenzara a exigir comportarse como adultos, pagar hipotecas y mantener un hogar".

Con esta idea concuerda Herb Goldberg, profesor emérito de la U. Estatal de California, quien asegura que "si le dices a un hombre algo que hiera sus sentimientos, probablemente no vaya a llorar, pero si le hablas de algo de su pasado, de un recuerdo, lo más probable es que termine conmovido".

Sin embargo, es innegable que a todos les llega la adultez y la obligación de hacerse cargo de nuevas responsabilidades. ¿Por qué, entonces, a las mujeres no les estaría produciendo lo mismo esta película?

Adultos llenos de responsabilidad

Michael Kimmel asegura que las mujeres experimentan el ingreso a la adultez de una manera mucho menos conflictiva, pues durante su niñez les corresponde obedecer muchas más reglas sociales, lo que no las hace relacionar este período con un tiempo idílico de libertad. Además, para ellas, la adultez no representa desafíos equivalentes a los de los hombres, a pesar de que deben enfrentar otros, como la maternidad y la búsqueda de reconocimiento en el ámbito laboral. Kimmel sostiene que "los hombres ven la adultez como algo triste, porque está llena de responsabilidades, es aburrida y muy difícil.
Para ellos se trata de una carga, para la que la nostalgia que les producen sus antiguos juguetes funciona como una especie de paréntesis ".

El sociólogo de Stony Brook está convencido de que la realidad ha cambiado enormemente en las últimas décadas, pero que hay una idea que se mantiene, al menos de forma solapada: "Se sigue esperando que el hombre encaje en su rol de mantener el hogar y hacerse cargo de responsabilidades".

William Meek, sicólogo de la U. de Vancouver y especialista en sicología masculina, explica que "cuando las niñas viven la transición hacia la adultez no necesitan 'probarle' a nadie que se están convirtiendo en mujeres", por lo que escapan a la presión. Los niños, por otra parte, viven todos los días combatiendo la expectativa de tener que establecerse en el mundo como proveedores y protectores.

Los juguetes son sólo el símbolo, señalan los especialistas, y seguirán siéndolo, a pesar de que los niños actuales se relacionen cada vez menos con juguetes manipulables y más con videojuegos o aparatos tecnológicos. "En mi primera infancia jugaba en la calle y amaba los legos y las figuras de acción, pero hoy, cuando tomo los controles de mi Súper Nintendo,  experimento la misma sensación de nostalgia  que cuando tomo una figura de acción de He-Man", asegura William Meek.

Los juguetes representan la conexión con un tiempo sin preocupaciones y con la experiencia del juego."

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