Señor director:

Tras rendir la prueba de Lenguaje y Comunicación me surge una inmensa duda: ¿Cómo entienden los encargados de elaborar esta evaluación nacional la comprensión lectora? Uno de los graves problemas de la prueba de Lenguaje fue la escasez de tiempo para rendirla. ¿Leer comprensivamente es necesariamente leer rápido? ¿No es la lectura una de las pocas actividades reflexivas que quedan en un mundo donde parecen primar sobre todo la rapidez y la eficiencia?

Es dramático que para poder responder la PSU de Lenguaje completa se le dé a la variable tiempo una relevancia tal que, en la práctica, termine siendo concluyente. El mensaje que se transmite es simple: comprende mejor un texto quien es capaz de responder la mayor cantidad de preguntas correctas en un tiempo insuficiente, y no quien, buscando profundizar, lo logra ejercitando la reflexión. Me gustaría interrogar al Demre si es esto lo que queremos que nuestros alumnos aprendan.

El excesivo pragmatismo de la PSU de este año se ve también en los textos seleccionados, pues la mayoría eran periodísticos. Eché de menos textos literarios clásicos, que sí habían sido incluidos en las pruebas de los últimos cuatro años: algún poema de Parra, un fragmento de El conde de Lucanor o uno que otro texto de García Márquez. Escritos de calidad literaria y lingüística imprescindibles porque -y nuevamente interpelo al Demre- esta prueba (querámoslo o no) marca pauta sobre el currículum escolar.

El sentido de toda evaluación es medir qué han aprendido los alumnos. Espero sinceramente no encontrarme en unos años más enseñándole a mis estudiantes que como "el tiempo es oro" no hay tiempo para pensar.

Jesús González Honorato

Profesora de Lengua y Literatura