Rafael Maureira, alias "Zacarach": "Tengo miedo de volver a Chile"
El pedófilo que lideró la red Paidos y que escapó a Brasil tras ser condenado a 20 años de cárcel, mostró su preocupación por su inminente extradición al país.
"Mire, señorita, se han dicho tantas cosas sobre mí, muchas mentiras. Cuando llegué a esta cárcel supe que en Chile habían dicho que me habían golpeado y violado. Pero, como le dirán, no me ha pasado nada". Sentado, esposado de pies y manos, ojeroso y notoriamente más delgado, Rafael Maureira Trujillo, "Zacarach", el pedófilo chileno más buscado por la policía, comienza así la primera entrevista desde que está detenido en Brasil. Ello, luego de su espectacular fuga desde Chile en junio del año pasado, tras ser condenado a 20 años de cárcel por drogar y abusar sexualmente de menores de edad y liderar la red de pornografía infantil Paidos.
Es martes 26 de agosto, un día húmedo y con 30 grados antes del mediodía y, pese a su negativa inicial, finalmente accede hablar con La Tercera. "Zacarach" (51) está sometido a uno de los regímenes carcelarios más estrictos de Sudamérica, y lo resiente.
A su espalda se ubican dos agentes federales. Son parte de los 250 policías de elite del Presidio Federal de Campo Grande, en la periferia de la capital del estado de Mato Grosso do Sul. Allí se encuentra detenido hace 11 meses a la espera del pedido de extradición de la justicia chilena.
Su aspecto toma por sorpresa. Está pelado al rape y viste un overol celeste, el uniforme de los presos. Luce demacrado y sus palabras se mezclan entre el portugués y el español.
Ha cambiado bastante...
Ah, sí. Estoy mucho más delgado y mire (agacha la cabeza), casi sin pelo. No estoy alimentándome muy bien. Pasa que estoy con problemas odontológicos y no tengo medicamento para el dolor. No estoy durmiendo bien. También se me acabó el remedio para dormir. Tomo Ravotril (tranquilizante). Eso me hace dormir y ahora no he podido".
Pero no es sólo para dormir.
Pasa que te baja, te hace no estar tan así como arriba, ansioso. Sabía que el tema de volver a Chile se venía este mes y me ha tenido un poco ansioso, inquieto. Por estos días parece que se ve ¿cierto? Estoy consciente que tengo que volver a Chile. Que tengo que cumplir por lo que hice.
"SÉ QUIÉN ME DELATÓ"
Rafael Humberto, como es conocido al interior del penal, sabe que su extradición está próxima a ser resuelta por el Supremo Tribunal Federal de Brasil (STF).
Acá está aislado, casi sin contacto con nadie, ¿cree que en Chile será igual?
Sí... no sé. Creo que voy al CAS (Cárcel de Alta Seguridad), ¿usted sabe algo? (Se detiene, tose y gira la cabeza hacia los guardias con gesto sumiso). "Perdón, señor, me puede traer agua, tengo mucha sed". "Zacarach" se queda en silencio. Extiende las manos para que le acomoden las esposas. Con dificultad toma el vaso y bebe.
"Supe que parece que me enviarán allá, por lo menos es lo que se dice en Chile. Si tengo que volver, es la voluntad de Dios", prosigue.
¿Está asustado?
Si, pero igual que cuando estaba en la calle, cuando estaba fugado andaba con un pánico muy grande, con una paranoia de que me iban a encontrar en cualquier momento. Sé quién me delató a la policía.
¿Y quién lo delató?
Un amigo mío, brasileño. Me dijo que fuera a su casa a Florianópolis unos días. Eso fue el 17 de junio (2007) y el 21 llegó la policía.
La referencia es al peluquero Luciano Trapp, uno de sus ayudistas en su fuga a Brasil. Trapp lo alojó en su casa y lo dejó en la pensión de Criciúma donde fue detenido.
¿Por qué cree que lo denunció?
Por dinero. Yo le pasé un dinero para que comprara unas mercaderías en Sao Paulo, pero no me devolvió nada. No sé, quizás por la recompensa, porque un empresario ofrecía una recompensa por mí, ¿o no? Entonces por eso, yo creo que fue él.
¿Por qué se fugó?
Por las amenazas que recibía en el centro Carlos Oviedo (donde estaba en terapia), llamaba mucha gente. Se hacían pasar por de todo para hablar conmigo. Podían hasta matarme.
Pero había salido su condena.
Tenía clara la condena, sabía que había que cumplir. Pero, a ver… el 15 de marzo me llama un amigo y me dice que me van a acusar por otros delitos. Llamé a mi abogado y me dijo que averiguaría y que me llamaría de vuelta. Nunca llamó. Era día viernes. Esa noche decidí que me iba.
En Chile pidió la castración química como forma de rehabilitarse. ¿Sigue pensando lo mismo?
Independiente de si vuelva o no a hacer lo que hice, puede servir a otras personas. Puede servir para otros, porque no soy la única persona que ha cometido estos delitos.
¿Cree que está rehabilitado?
La prueba está en que salí a la calle, tanto en Brasil como en Chile, y no hice nada. Un tratamiento siquiátrico sería bueno, no sé. Creo que no voy a volver a hacer lo que hice.
¿Está arrepentido de todo?
Estoy muy arrepentido. Cuando entré a la cárcel en Chile uno dice que está arrepentido para la prensa. A medida que pasa el tiempo, uno analiza la situación y se arrepiente. Ahora estoy arrepentido de verdad.
¿Ha pensado en el suicidio?
La primera noche en la comisaría, allá en Florianópolis, intenté ahorcarme, pero después no más, creo que esa fue una de las razones por las cuales me enviaron a esta cárcel, por seguridad con otros presos y por mí.
¿Que les diría a las madres de las víctimas?
No quiero hablar de eso.
El tiempo se agota y "Zacarach" debe volver a su celda. La seguridad del penal lo exige y pone condiciones para la entrevista. Es la primera vez en 11 meses que Maureira conversa con alguien externo al recinto. Por eso dilata la despedida: "¡Ah! Sí, hay que terminar. Bueno, por un lado sí quiero volver, es mi país. Pero la verdad no. Tengo miedo de volver a Chile", concluye.
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