Reconocimiento a la libertad de expresión
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Señor director:
En el verano de 1990, por instrucciones del presidente electo, Patricio Aylwin, Enrique Correa me sacó de mis vacaciones para que asumiera la dirección del diario La Nación. Parecía una oferta interesante, pues yo estaba sin trabajo por falta de acuerdo con el propietario de la Revista Hoy. En la nueva etapa que se iniciaba en Chile, me atraía la posibilidad de aportar desde el periodismo a la recuperación de la democracia.
Pero también era una oferta problemática. La Nación estaba marcada negativamente como el diario del gobierno "de turno", aunque nunca llegó al nivel de descrédito de los años de la dictadura. Se convirtió en un boletín incondicional de Palacio, carente de pauta propia.
Emilio Filippi, con quien trabajé muchos años, había rechazado el cargo en una oportunidad similar. Se lo ofreció en 1964 el Presidente Frei Montalva, de quien era amigo. Don Emilio respondió que no quería poner en peligro su independencia periodística.
Tuve parecidos temores. Pero en definitiva, acepté. Nunca me arrepentí en los cuatro años siguientes. Estaba convencido de que, en el frágil proceso que se iniciaba, marcado por las amenazas de Pinochet ("si tocan a alguno de mis hombres, se acaba el estado de derecho"), valía la pena estar ahí, casi como una obligación cívica.
No faltaron problemas. Me convertí en "cliente frecuente" de las fiscalías militares, que todavía inexplicablemente seguían procesando a los periodistas. Los hallazgos de cadáveres enterrados clandestinamente y la confirmación (¡finalmente!) de las denuncias de violaciones a los derechos humanos, eran temas que debíamos informar pese a las reiteradas protestas de las autoridades militares.
Lo importante es que en este período siempre tuvimos el apoyo del Presidente Patricio Aylwin. Pasó malos ratos, pero nunca nos hizo un reproche, ni siquiera un llamado desde La Moneda. Nunca dejé de agradecerle su confianza en mi gestión y, más importante aún, su fe en la autonomía y la libertad que necesita el periodismo responsable.
Abraham Santibáñez
Director de La Nación 1990-1994
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