Señor director:

La reforma tributaria considera un impuesto a la venta de propiedades que supera los límites de lo prudente, al entrometerse, en materia de bienes, con lo más sagrado de las familias chilenas: su casa.

¿Por qué debiéramos darle al Estado parte de nuestra vivienda? Trabajamos, pagamos por los créditos hipotecarios intereses que rayan en lo abusivo, además de contribuciones más altas que antes para lograr una casa propia.

Para la mayoría de las personas la inversión de sus vidas (cuando no la única) es su casa. Querer expropiar parte de esta inversión con la aplicación de un impuesto es inaceptable. ¿No es suficiente tener un IVA al 19% (uno de los más altos del mundo), la propuesta de aumentar de 20 al 35% el impuesto real a las empresas, además de los otros aumentos impositivos considerados en el proyecto de ley?

José Miguel Rodríguez