Samantha Cameron, la esposa del nuevo primer ministro, David Cameron, se convirtió ayer en la flamante primera dama del Reino Unido. Pero para la mayoría de los británicos, ella sigue siendo "Sam Cam".

Cuando ayer, tras su primer discurso como nuevo mandatario, Cameron posó cariñosamente su mano en el vientre de su mujer embarazada, derritió a toda la nación.

Samantha parace tener eso que necesita la prensa del corazón: es bonita, inteligente, viste siempre impecablemente, sdemás de ser madre y tener a su marido a sus pies.

Gracias a su franqueza ante la prensa, los británicos ya conocen bastante bien a esta mujer de 39 años. Durante la campaña electoral se le vio todo el tiempo junto a su marido, líder de los conservadores o "tories".

Incluso a menudo subía videos a Internet, hechos por ella misma en su casa. "Sam Cam" (juego de palabras a partir de "Cameron" y "Cam", cámara de video) participa con gusto en las actividades de políticas y familiares, por lo que su marido también la llama su "arma secreta".

"Ha sido una experiencia maravillosa pasar tanto tiempo al lado de David", comentó Samantha tras la campaña electoral. Con ello, logró darle a su marido el "factor humano" necesario para la victoria.

Ella lo justifica alegando que "David no es perfecto y es muy nervioso; por ejemplo, es bastante desordenado en casa", dijo durante una entrevista en televisión.

Una difícil prueba que tuvieron que enfrentar fue la muerte en enero de 2009 de su hijo Ivan, de seis años, quien sufría una discapacidad grave.

Pero la alegría regresó a sus vidas cuando anunciaron la llegada de su "bebé de campaña", según lo denominó la propia pareja, que nacerá en septiembre.

Samantha está acostumbrada a la vida del ámbito conservador. Creció en una finca en el campo y su padre lleva el título de "Sir". Luego que el matrimonio de sus padres fracasara, su madre se casó con un "Lord" y ministro "tory".

La misma Samantha conoció a David cuando eran adolescentes y ha vivido su ascenso político muy de cerca.

Una de las cosas que le da valor a Samantha es el no actuar de forma demasiado conservadora. Estudió Bellas Artes y supuestamente tiene un tatuaje.

Además ha dicho que después de su mudanza al número 10 de Downing Street quiere seguir trabajando como directora creativa de la firma de artículos de escritorio de lujo donde se desempeña en la actualidad.