Sergio Ossa Pretot
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Señor director:
Hace un par de días despedimos a Sergio Ossa Pretot. El que fuera ministro y embajador ante la Santa Sede, el empresario y el militante, el presidente del Hogar de Cristo, el esposo, el papá y abuelo partió en un ataúd sin condecoraciones, en camisa y con un rosario en la mano.
Esta grandiosa sencillez fue su mayor galardón. Los hombres grandes no necesitan medallas ni para detener golpes de Estado ni para lavar a Cristo pobre en la sala de enfermos, ni para dar trabajo digno, ni para fundar una familia.
Representó a las instituciones más queridas del país y nos recordó que el privilegio del jefe es estar de rodillas lavando pies maltrechos.
Que su estilo inspire a los nuevos jefes en un país que necesita urgentemente recuperar la credibilidad de las instituciones.
Pablo Walker SJ.
Capellán del Hogar de Cristo
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