Histórico

Síndrome del corazón roto: la pena sí puede matar

Fue la pena. Cuando el músico estadounidense Johnny Cash, quien murió en 2003, sólo cuatro meses después de que su mujer, June Carter, con la que se había casado en 1968, falleciera... se dijo que fue la pena la que lo mató. Y algo de cierto puede tener esa leyenda.

Todo el mundo lo ha escuchado alguna vez: se murió ella y, de pena, al poco tiempo, la siguió él. O al revés. Casi como un mito urbano, pero que los médicos sabían muy bien que era verdadero. En términos científicos, a esta muerte que tiene características similares a la de un infarto al corazón se la llama miocardiopatía de Tako Tsubo, pero su nombre más común es "síndrome del corazón roto", una versión menos siútica que "morir de amor", como dicen que le pasó a Cash, quien con sus 71 años y sin quererlo, fue parte de las estadísticas que hablan de que los hombres mayores de 60 años que quedan viudos tienen un 21% más riesgo de morir por cualquier causa que los hombres de la misma edad que no han experimentado esa tragedia.

De hecho, en 2007, la revista científica The Lancet publicó que un equipo del Instituto de Investigación de la Universidad de Utrecht, Holanda, había concluido que tras el fallecimiento de un ser querido, el riesgo de muerte en quien lo sobrevive es especialmente alto y esa condición se puede llegar a mantener seis meses.

Y como una suerte de confirmación, hace cuatro meses, el último número del American Journal of Cardiology daba cuenta de una investigación en pacientes de dos centros médicos de Rhode Island -diagnosticados con el síndrome del corazón roto-, a los que se atendió entre 2004 y 2008 y a través de los cuales se constató que al morir la pareja, dentro del primer año la viuda tiene el doble de posibilidades de morir que las demás mujeres. Y que en el caso de los hombres, esto es seis veces más probable.

Ese mismo estudio determinó, además, que la ocurrencia de estos casos suelen darse especialmente en los meses de primavera y verano, a diferencia de los ataques cardíacos, que son en invierno.

QUÉ ROMPE EL CORAZÓN
Fueron los japoneses quienes a principios de los años 90 aclararon lo que hasta entonces parecía un misterio. Gracias a su trabajo, "morir de amor" pasó a tener una categoría médica y su nombre "Tako Tsubo", es el mismo que el de un receptáculo que usan los pescadores nipones para atrapar pulpos: su silueta es la que remeda este corazón enfermo, algo hinchado, al tomarle un ecocardiograma a los pacientes.

¿Por qué ocurre? Principalmente, la muerte de un ser querido, aunque también puede ocurrir tras un accidente grave o un diagnóstico médico devastador. Y los síntomas de que se está "rompiendo" son engañadores y mucho menos románticos que el nombre del síndrome. De hecho, la mayor confusión se produce porque el electrocardiograma de un corazón roto y uno infartado son muy similares. En ambos casos, una parte del órgano deja de contraerse, queda inmóvil, como muerto; mientras que otras partes laten sin un ritmo normal, en forma desordenada.

Pero al mirar en detalle el tejido del corazón, se observa que en el infarto hay zonas muertas porque no les llegó más oxígeno, debido a que una arteria coronaria se tapó. En tanto, la persona estresada tiene su tejido cardíaco vivo, aunque inflamado, producto del intenso estado emocional que le tocó vivir.

Pese a estas diferencias, el corazón roto al dejar de bombear sangre con normalidad, causa la inundación de los pulmones con líquido (edema) y puede causar el fallecimiento de quien sufre una pena.

En todo caso, si la persona es diagnosticada a tiempo, se alivia con fármacos para bajar la presión sanguínea o, incluso, con una simple aspirina.

ADRENALINA DAÑINA
Un trabajo de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, en EE.UU., demostró que el estrés emocional inesperado es lo que produce una debilidad pasajera del corazón que simula un ataque clásico.

Esto es porque el estrés o "la pena" hace que las glándulas suprarrenales liberen en la sangre grandes cantidades de hormonas, como la adrenalina y la noradrenalina, en forma sostenida y durante varios días. Estas sustancias son en cierta forma tóxicas, lo que deja literalmente pasmado al corazón, mientras que el afectado presenta síntomas similares al infarto: dolor de pecho, dificultad para respirar y falla cardíaca.

Las formas de superar estos quiebres vitales, muchas veces van más allá del uso de fármacos. Pueden incluir desde hacerse cargo de una mascota, hasta realizar una sicoterapia para superar el duelo.

En los casos revisados se ha visto que estos pacientes tienen rasgos clínicos particulares: personas que previamente eran sanas y tenían pocos factores de riesgo cardíaco.
Asimismo, al realizar una angiografía coronaria se ven las arterias que alimentan al corazón completamente despejadas y libres de cualquier obstrucción. Además, la resonancia magnética funcional confirma que ninguno de estos pacientes sufrió daño muscular irreversible.

Para el cardiólogo Hunter Champion, la explicación de esto estaría en que las hormonas del estrés causan espasmos pasajeros de las arterias coronarias, lo que produce síntomas similares a un infarto.

Los científicos estudian hoy si en estos casos existe alguna condición genética que haga más sensible a la persona a las emociones fuertes.

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