Histórico

Sobreviviendo a Pinochet

Este miércoles es el natalicio 100 de Augusto Pinochet. Quinientas personas fueron invitadas a un acto de homenaje en su parcela de Los Boldos, que ya ha levantado polémica, incluso dentro la propia UDI. Y mientras el pinochetismo más duro se reconoce como una especie en extinción, aquí reunimos la historia de tres de sus últimos defensores: Augusto Pinochet Molina, nieto del general; Gonzalo Rojas, historiador, y la Fundación Presidente Pinochet.

Son 500 personas las que llegarán a la parcela de Los Boldos para celebrar el natalicio 100 del general Pinochet. Ese día, el miércoles 25 de noviembre, habrá una misa en su honor. Luego, el abogado e historiador Gonzalo Rojas dará un discurso entregando las claves de Pinochet como personaje histórico y se inaugurará un mástil de honor, de 20 metros de alto. También se hará un cóctel dentro de una carpa y se cantará el Himno Nacional, con la estrofa de los valientes soldados incluida.

Ese día estarán juntos algunos de los que quedan. El grupo de personas que defiende el legado de Augusto Pinochet y que, con el paso de los años, ha ido disminuyendo gradualmente.

Si en el plebiscito de octubre de 1988, Pinochet (o la opción del Sí) alcanzó el 43,01% de los votos, en una encuesta CERC-Mori publicada hace un par de meses, el porcentaje de chilenos que tiene una imagen positiva de Pinochet llegó a sólo un 20%.

Ser pinochetista hoy en día es difícil, quizás más difícil que nunca. Y eso lo reconocen los mismos pinochetistas.

Roberto Mardones es gerente general de la Fundación Presidente Pinochet. Durante la dictadura, Mardones trabajó en puestos de prensa en TVN, La Nación y la Dinacos (División Nacional de Comunicación Social). Es Mardones quien, a través de la fundación, está encargado de organizar el homenaje que se hará en Los Boldos. Y explica que hay tres fechas que se conmemoran en el año. El 25 de noviembre, día de su natalicio; el 10 de diciembre, día de su muerte, y el 11 de septiembre. Las primeras dos fechas se celebran en Los Boldos, pero cuando se celebra el aniversario del 11 de septiembre, que es siempre en Santiago, confiesa que tienen que ser más cautos. Los lugares de celebración cambian todos los años, e incluso, a veces cambian las fechas. Es decir, el 11 se puede celebrar un 9 o un 12 de septiembre. “Hay mucha animosidad y tenemos que tratar de evitar los incidentes”, explica Mardones.

El acto en Los Boldos, la parcela que Pinochet compró en 1994 y donde está el ánfora con sus cenizas, ya ha levantado una polémica. Cuando se hizo público que el ex alcalde Providencia y militar en retiro Cristián Labbé asistirá al homenaje, el presidente de la UDI, Hernán Larraín, mismo partido de Labbé, dijo que “son decisiones personales, yo las respeto, aunque no las comparto”. Por ahora, desde la UDI han confirmado que al acto asistirán los diputados Ignacio Urrutia, Gustavo Hasbún y Jorge Ulloa, aunque todos dependen de si se vota el presupuesto ese día. Desde la organización esperan otras confirmaciones, aunque no todos fueron invitados. “Después de sus declaraciones de esta semana, Hernán Larraín no es bienvenido”, dice Mardones. De RN, la única figura más reconocida que ha confirmado asistencia es el ex alcalde de Independencia, Antonio Garrido. Antes de Los Boldos, la noche del 24 se hará una cena-homenaje a Pinochet de los militares en retiro, en el Círculo Español, a la que asistirán los diputados Urrutia y Ulloa.

Por el lado de la familia Pinochet han sido todos invitados a Los Boldos, aunque a Mardones aún le falta confirmar la asistencia de algunos de sus hijos. El caso de Lucía Hiriart de Pinochet es más complicado. En los últimos dos años se ha quebrado dos veces la cadera, y hoy, a sus 92 años, sólo camina con andador. Su asistencia depende en buena medida de cómo se sienta ese día. Cercanos a la familia dicen que ese es su problema de salud principal. Mentalmente se encuentra bien.

***

El 25 de este mes, el mismo día del homenaje en Los Boldos y en forma simbólica, se anunciará en el Diario Oficial que Por mi Patria es un partido en formación. Quien lidera la organización es Augusto Pinochet, nieto del general del mismo nombre. Hoy, la colectividad tiene 140 militantes fundadores y cuenta con 200 personas inscritas. Desde esa fecha, tendrán 210 días para inscribir a sus militantes y reunir las firmas para convertirse en partido.

Desde que lo dieron de baja del Ejército en 2006, tras un polémico discurso en el funeral de su abuelo, en el que dijo que “su mujer y familia eran vejados por jueces que buscaban más renombre que justicia”, Augusto Pinochet Molina estuvo buscando participar en política. Tuvo aproximaciones con gente que estaba reflotando Avanzada Nacional, mientras trabajaba en la Municipalidad de Providencia. El tema se diluyó cuando se fue a México, a manejar un hotel en la Riviera Maya, proyecto que no funcionó por diferencias con sus dueños. Y al volver se encontró con gente que ya tenía algo avanzado. “La mejor forma de participar en política es creando un partido nuevo”, dice convencido. Al volver a Chile, estuvo trabajando en Antofagasta en el rubro inmobiliario, hasta que se devolvió a Santiago en mayo de este año a formar el partido, al que está dedicado a tiempo completo.

En un viejo edificio de calle San Ignacio, en el centro, está la nueva sede del partido. Entre escombros y trabajadores que están arreglando las instalaciones, Augusto Pinochet, usando una chaqueta beige y sombrero Panamá, explica su proyecto. “Somos un partido libertario”, dice. “Buscamos la reivindicación liberal del siglo XIX con un enfoque un poco más moderno, pero bajo el enfoque de pensadores liberales clásicos, como John Locke o Adam Smith. Queremos reducir el tamaño del Estado. Nuestra postura es que a más Estado, menos libertad y viceversa”.

¿Apunta a redimir la imagen de Augusto Pinochet?

No. Nosotros no vamos a trabajar en eso. Hay un nexo lógico por mi figura; yo le tengo mucho cariño a mi abuelo y hay un acercamiento hacia él y lo que se hizo en el gobierno militar, que va de la mano  con lo que nosotros planteamos en el ámbito económico. Pero no vamos a hacer  un trabajo de reivindicación, porque eso es un tema histórico. Tampoco vamos a hacer una apología del gobierno militar. Nosotros queremos un gobierno civil y democrático, aunque valoramos mucho algunas cosas que se hicieron en el gobierno militar en el ámbito económico, institucional y social. Sí nos preocupa la situación de los presos políticos militares, porque pensamos que es una vulneración al estado de derecho.

Pero en la página del partido se vende memorabilia de su abuelo...

Sí, lo que pasa es que estamos recién partiendo y hay un sentido de nostalgia hacia eso por parte de muchos de nuestros militantes. Y hay un nexo con él, como el PS lo tiene con Allende.

En la página web se venden tazones, calendarios, fotos, magnetos y chapitas de Augusto Pinochet. Según Pinochet nieto, lo que se reúne va para financiar el partido. A fines de año la directiva entera se trasladará a Puerto Montt. Es ahí donde quieren reunir las cerca de 800 firmas necesarias para establecerse como partido regional y poner candidatos en las parlamentarias del 2017.

En lo valórico, Pinochet explica que el movimiento cree en la libertad individual, pero en cuanto al aborto, priorizan el derecho a la vida por sobre la libertad de la mujer sobre su cuerpo. “En la escala de valores, el derecho a la vida viene primero”. En matrimonio homosexual se sienten cómodos con el recientemente promulgado AUC, mientras que en la tenencia de drogas son más flexibles. “Hay que terminar la guerra contra las drogas, porque la guerra contra las drogas es una guerra contra las personas”, dice Pinochet. “Obviamente, no hay que permitir el tráfico, pero tampoco se puede tener una política tan represiva. Una persona que tiene un kilo de marihuana para vender no es un peligro para la sociedad”.

A mediados de este año, Augusto Pinochet Molina fue detenido en la Plaza Sotomayor de  Antofagasta por porte de poco más de un gramo de cocaína. Pinochet dice que eso fue una tontera.

“Me tendieron una trampa”, explica. “Alguien me andaba siguiendo, las cosas no fueron como se contaron, yo no andaba consumiendo en una plaza. Yo portaba una cantidad tontamente, por circunstancias..., por andar tonteando. Y pagué caro la tontera que hice, pero quedó en eso, pagué una multa. Yo creo que fue un escándalo inflado para destruir mi imagen”.

¿Portaba cocaína, como se dijo?

Sí, pero yo no consumo cocaína.

¿Por qué estaba portando cocaína?

Fue una estupidez mía por andar haciendo tonteras. Lo único que puedo decir es que no consumo y no tengo ninguna relación con la cocaína, pero alguien me andaba siguiendo, de otra forma cómo sabían que la tenía, si yo no la andaba mostrando. Alguien llamó a Carabineros.

Para Pinochet Molina, el episodio es uno más dentro del creciente aislamiento que ha sufrido la familia Pinochet, especialmente después del caso Riggs. Dice que ya no quedan amigos de la familia y que, salvo él, ya nadie se anima a hablar, a defender el legado del general. “Tienes que entender que la figura de Allende y el socialismo es lo que está campeando en este momento. Los que tienen el poder son esos. Por eso hay algo de temor al respecto, de meterse en temas que pueden ser perjudiciales”.

Aclara que de su familia sólo tiene contacto con sus hermanos y con su abuela, a quien ha visto cinco veces este año. A su padre, Augusto Pinochet, no lo ve. “Hay una amistad, pero no hay contacto permanente entre los dos”. Aunque va a asistir al homenaje en Los Boldos, no sabe quiénes de su familia irán. Tampoco ha hablado con nadie de la familia sobre su nuevo partido.

Pinochet Molina dice que tras el caso Riggs su herencia le ha sido negada, que todos los bienes están congelados y se está requisando lo que queda. Los cinco hijos del matrimonio Pinochet Hiriart, aclara, tienen una situación que les permite vivir tranquilos. “Yo creo que el más débil ahí es mi padre, por una serie de problemas que ha tenido en la vida que lo dejaron no indefenso, pero débil en la parte económica. El necesitaba de esa herencia. Si le llega algo va a ser muy poco. Pero no veo cómo va a terminar bien eso para mi familia”.

A pesar de que su partido, dice, no pretende defender la imagen de Pinochet, el día 28 va a haber una cena en una casa particular en homenaje a su abuelo organizada por Por mi Patria. Y remata: “Llamarme Augusto Pinochet me ha traído problemas, pero me siento orgulloso de cómo me llamo. Creo que Chile cambió para bien, de una forma muy profunda”.

***

El historiador Gonzalo Rojas es quizás el más reconocido defensor del legado de Augusto Pinochet y su gobierno. Al entrar a su oficina, en la Casa Central de la Universidad Católica -llena de banderines de la Universidad de Chile-, dice con una sonrisa antes de saludar: “Ese cuello es demasiado progresista para este lugar”. Y luego le baja el cuello de la chaqueta al periodista que acá escribe. Antes de sentarse a conversar agrega con algo de sarcasmo: “Estás con el demonio mismo”.

Rojas sabe que sus posiciones sobre el pasado son polémicas.

En su bibliografía figuran dos tomos sobre la presidencia de Pinochet, Chile escoge la libertad, y explica que para escribirlos tuvo acceso exclusivo a todos los archivos de la Presidencia. Por eso, tal vez, Rojas será el orador único y principal del homenaje en Los Boldos. El texto que Rojas leerá girará en torno a tres episodios en la vida política de Augusto Pinochet: “Primero, el 11 de septiembre”, explica. “Voy a marcar la idea de un liderazgo que se fue consolidando.   Después, con el 11 de marzo de 1981, hablaré sobre su visión de futuro con la promulgación de la Nueva Constitución. Y la tercera idea será la lealtad y fidelidad a la palabra empeñada el 11 de marzo del 90, cuando entregó el poder”.

Para Rojas, la batalla fundamental se peleó dentro del gobierno militar. “El hombre (Pinochet) tenía en mente un diseño que fue contrastado entre duros y blandos y finalmente prevaleció su visión, la de los blandos. Pudo haber elegido el diseño duro, con un Estado muy fuerte, con una gran presencia militar, siguiendo el modelo israelita. Pinochet siempre tuvo un diseño de futuro, que en lo institucional terminó siendo democrático y en lo económico, liberalista. Pero pudo ser distinto. Nosotros pudimos haber tenido que desmontar, incluyéndome a mí, una democracia semifascista mussoliniana el 11 de marzo del 90”.

Rojas hace un retrato de Pinochet y las cuatro entrevistas que tuvo con él para hacer sus dos libros sobre la administración del general. Las primeras tres veces Pinochet contestó todo. La cuarta entrevista, de seis horas, fue en Virginia Waters. Rojas dice que en Inglaterra, Pinochet estaba desinteresado e imita la voz del general para decir que muchas veces le dijo: “No me acuerdo, amigo”, cuando le preguntaba por algunos eventos. La imitación de Rojas es bastante buena.

¿Por qué el pinochetismo pierde la batalla ideológica en la que los pinochetistas como usted son cada vez menos?

Nosotros hemos jugado muy mal. Me da mucha pena que se tenga que recurrir a mí casi siempre. ¿Cuántos son los historiadores disponibles para una entrevista como ésta? Somos muy pocos. En la pasada Feria del Libro sólo había un stand de Libertad y Desarrollo, mientras que del otro lado había dos stands de Cuba. La Fundación Pinochet no tiene un plan sistemático de formación histórica para sus jóvenes. Apenas subsiste, entonces no tiene una editorial que tire tres o cuatro libros al mercado. Siempre se dice que los medios están dominados por la derecha, pero anda a conseguir una cobertura de una actividad en la Fundación Pinochet. Sabes que no van a llegar, a no ser que haya un poco de morbo. Después está lo bien que juegan ellos. Tienen 20 o 30 historiadores trabajando sobre la UP y el gobierno militar continuamente, algunos notables, como Salazar y Pinto, además de varios historiadores jóvenes con sus doctorados igual que uno. Pero uno está bastante solito y ellos acompañados. Se hace difícil defender el legado desde el punto de visto conceptual. Somos un granito contra toda una marea contraria.

Influyen las violaciones a los DD.HH. y la épica que se construye con el retorno a la democracia...

La nuestra debiera ser una épica. A nosotros nos abandonan quienes no entienden la épica, que son gran parte de los miembros de la derecha chilena, que entienden la monetaria y no la épica. Después de que la derecha pide a los militares cuando hay problemas y celebra, después de un tiempo vuelven a sus trabajos, a la lógica monetaria. El marxista, por otro lado, es alguien con una épica constante, porque todo lo resuelve en este mundo. El tipo de derecha tiene esa articulación tan tensa entre una vida buena acá y una vida buena más allá. El marxista se la juega por completo en lo de acá y eso hace que su relato tenga unicidad y urgencia.

La familia Pinochet también ha contribuido dejando la cancha libre...

No van a hablar. Tienen temor de preguntas personales o relativas a cuestiones económicas, más que a preguntas de derechos humanos. Esa es mi interpretación. Lo han pasado muy mal y están en una actitud de terminar sus vidas tranquilamente.

Luego Rojas habla de sus últimas batallas: su renuncia a la Universidad de los Andes tras un homenaje hecho por el coro de la universidad a grupos de la llamada Nueva Canción Chilena, como Quilapayún e Inti Illimani. Rojas dice: “Se cantó una canción de homenaje al Che. No en la universidad de Coltauco del sur, no en una peña folclórica de una universidad estatal. En la Católica llevo 44 años en un ambiente de confrontación, pero en la de los Andes tenía un curso a la semana, planteé la necesidad de suspender el acto, me dijeron que no y dije bueno, muchas gracias”.

Rojas ahora está terminando un libro sobre el cultivo del odio en Chile. Y asegura ser de las personas más atacadas en estos momentos. Dos veces lo han insultado en la calle, pero poco parece importarle. Rojas se ríe, pareciendo llevar los ataques como medallas invisibles en su solapa de académico.

La Fundación Presidente Pinochet debe ser la última ONG que se encarga se mantener el relato de la presidencia del general. La fundación es una casa grande sin un cartel que la identifique, por razones de seguridad, ubicada en Vitacura. Adentro opera un museo que recibe a unas 40 personas semanales, número que sube cuando se acerca una fecha importante, como el natalicio de Pinochet. El museo cuenta con, entre otras cosas, el comedor original que usó Pinochet en Virginia Waters y que fue traído a Chile por Cristián Labbé, además de varias condecoraciones recibidas por el general durante su mandato. Ahí está una del general Banzer de Bolivia y otra entregada por el Papa Juan Pablo II, las que más valora Roberto Mardones, el gerente general.

La fundación, que es financiada por socios y empresas, entrega becas a estudiantes universitarios, de los que se espera, en el futuro, puedan defender el legado pinochetista. Actualmente, son 140 estudiantes los que reciben el beneficio, que va desde beca parcial a completa. “Es ahí donde pretendemos que se mantenga nuestra verdad histórica”, dice Mardones. Al abrir la oficina que ocupaba Pinochet en la fundación, lugar que mantiene su escritorio y todos sus objetos personales, Mardones cuenta que es la parte más emocional del tour, que incluso una señora que venía de regiones se desvaneció ahí mismo. Fue en esa misma oficina donde se canalizó la ayuda de algunos empresarios, que ni siquiera pedían recibo, para solventar los gastos legales de Pinochet en Londres.

Eran tiempos en que el pinochetismo, más que sobrevivir, vivía.

Más sobre:portada

COMENTARIOS

Para comentar este artículo debes ser suscriptor.

Contenidos exclusivos y descuentos especiales

Digital + LT Beneficios$3.990/mes por 3 meses SUSCRÍBETE