Un grupo de actores se encierra en un búnker. Quiere cambiar la sociedad a través del teatro. "¿Y si traemos un par de niños africanos desnutridos y los ponemos en escena?", se pregunta uno de ellos. Los libros de Brecht, Nicanor Parra y Shakespeare están sobre la mesa.

Así es el montaje Tratando de hacer una obra que cambie el mundo, de la compañía La Re-sentida. Dirigida por Marco Layera, se presentó en Santiago a Mil tras representar a Chile en el Festival de Cádiz, compartió cartelera con Romeo Castelucci en Polonia y viajó por Sevilla, Sao Paulo y Buenos Aires.

No se cierra su ciclo aún. En octubre estarán presentándola en el Théâtre de la Ville en París y en diciembre en Estonia. "Es una obra que te pone en crisis y que ha sintonizado mucho con las movilizaciones estudiantiles, los indignados en España o la primavera árabe. Habla de una generación que no es la que hoy sale a la calle. La de la transición, quiere hacer la revolución, pero no tiene los cojones", dice Layera.

Honestidad brutal

En Tratando…, los personajes representan marchas con títeres de cartón y buscan la fórmula de la igualdad en la biografía del Che Guevara. Sin embargo, una carta llega desde el exterior: ha asumido un nuevo presidente. Se ha terminado la pobreza y los mapuches tienen soberanía. La obra que soñaban es inútil. "Siempre he pensado que el teatro no sirve para nada. No puede competir con la televisión y es elitista. No nos hacemos los tontos. Lo que hacemos es burgués", expresa Layera.

La apuesta de La Re-sentida sale de lo común. Los actores hacen teatro político, pero lejos del panfleto. "El teatro tiene que ser un exceso. Una fiesta donde el actor y el espectador entren en contradicción. Necesitamos provocar", dice. Así fue desde un comienzo. En 2008, la compañía se formó por razones parecidas a las que tuvieron los protagonistas de Tratando… para exiliarse. A Layera no les gustaba la sociedad que veía y optó por lanzarle sus dilemas al público.

En Simulacro, su primera obra, utilizaron como excusa el Bicentenario para contar la historia de Chile desde los ojos del hijo de un detenido desaparecido, el niño que tira piedras desde las pasarelas, el vendedor de Ripley que muere a causa de un televisor plasma y un obrero que quiere un Fondart para arreglarle la dentadura a sus hijos. El debut fue un éxito. Simulacro, probablemente, se exhibirá en Berlín y Estados Unidos este 2012.

Estrenar un nuevo montaje es otra de las metas. La obra se llama La imaginación del futuro, y Layera ya convocó a Luis Barrales (La mala clase) para la dramaturgia y a Alejandro Goic para encarnar a Allende. "Haremos una revisión de la violencia política de este país en la Unidad Popular, la dictadura y la transición", explica.

Remontándose al 73, le pedirán la renuncia al ex presidente. "Queremos contarle que desde que se suicidó muchos murieron y otros se quedaron en sus casas. Que su frase de 'sólo soy un hombre dentro de la revolución que viene' era una falacia", dice.