Histórico

Vargas Llosa: "A los artistas no les gusta la democracia porque es mediocre"

El escritor peruano repasó su obra y sus pensamientos sobre la sociedad y su profesión en un nuevo ciclo La Ciudad y las Palabras, desarrollado en la Universidad Católica. En la ocasión, recibió la Medalla de Plata Bicentenario de manos del rector Ignacio Sánchez.

Un tránsito entre la soledad y la risa, los recuerdos y la pasión. Una mezcla de todo aquello fue la entrevista que le realizó el profesor Fernando Pérez Oyarzún al escritor peruano y Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, en el marco de un nuevo ciclo La Ciudad y las Palabras, que organiza la Facultad de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica (PUC).

El encuentro, al que asistió el escritor acompañado de su señora Patricia, además del embajador peruano Carlos Pareja y otras autoridades universitarias, comenzó con una breve, pero preclara presentación por parte del rector de la PUC, Ignacio Sánchez Díaz, quien lo definió como "uno de los más notables escritores contemporáneos" y "un viejo amigo de nuestra universidad, pues nos ha visitado en varias ocasiones e incluso ha desarrollado aquí su faceta de actor".

Vargas Llosa, quien recibió del rector Sánchez la Medalla de Plata Bicentenario en calidad de Visita Ilustre de la PUC, abrió su charla hablando de las ciudades que han marcado su carrera, aclarando que "pocas lo han hecho como Piura, de la cual han salido imágenes enormemente fértiles para mi trabajo de escritor e incluso personajes".

Esto porque "fue la primera ciudad peruana en que viví, porque pese a nacer en Perú pasé mi infancia en Cochabamba, en Bolivia. Ha quedado muy viva en mi memoria y sigue muy presente".

Por el contrario, si bien la capital Lima es recurrente en su obra, describió su relación con ella como "más de odio que de amor", pues "no la quise para nada cuando la conocí, a los 11 años, porque la conocí a partir de un episodio traumático, que fue la separación de mi familia tribal. Me fui con mis padres, que se reunieron tras una separación de diez años y lo consideré un desgarramiento terrible".

Explicó que "significó conocer cosas que ni sabía que existían como la soledad, el miedo, hasta la violencia. Comencé a ser adulto en Lima. Ahora bien, mi adolescencia la hice allí y fueron años por un lado dolorosos, pero también muy importantes en mi vocación literaria, porque me llevaron hacia un refugio que fue la literatura, que era una tabla de salvación donde podía librarme de la soledad y vivir una vida sin miedo, en la que vivía destinos fuera de serie, viajaba en el espacio y el tiempo. En esos años se constituyó lo que era el esbozo de una vocación".

Recordó, por cierto, otras ciudades donde ha vivido como París, Londres o Barcelona, que "me fueron formando y enriqueciendo y están presentes en lo que he escrito, más allá de que no se note demasiado".

Tras recuerdos emocionados, saltó a la presencia del humor en su obra, destacando que al comienzo "tenía grandes prejuicios", debido a "la enorme influencia que tuvo Jean Paul Sartre sobre mí cuando era joven. Es el escritor más serio que he conocido, no existe una sonrisa en su obra. Esa influencia me hizo naturalmente desconfiado hacia el humor".

Sin embargo, todo cambió cuando conoció la historia que inspiraría la popular "Pantaleón y las Visitadoras", que trata de cómo el ejército peruano reclutó a un grupo de prostitutas para saciar la inquietud de los jóvenes reclutar.

"Fue una novela que de alguna manera me curó esos prejuicios. Me fascinó la idea del militar que le encargaron crear la institución, no visible, clandestina… las consecuencias que podía tener en la vida privada del oficial. Quise contarla en serio, pero era imposible, la historia resultaba increíble y así descubrí que ciertas historias sólo se pueden contar desde el humor", comentó risueño.

Vargas Llosa, por cierto, no eludió la reflexión política y explicó que "la sociedad perfecta, la utópica, no existe. Y los que buscan alcanzarla, terminan provocando las peores hecatombes en la historia".

A su juicio, eso sí, "un individuo sí puede alcanzar la perfección y hacer de su vida una obra maestra, una clase de perfección que busca la utopía", pero que "en el campo político hay que elegir la mediocridad, que es la democracia".

Por eso, según él, "a los artistas no les gusta la democracia, porque es mediocre y un artista siempre está buscando la perfección a través de su obra. Sin embargo, ese es el sistema que le ha permitido a la sociedad desarrollarse disminuyendo la violencia en las relaciones sociales".

Explicó, por último, que la clave de ser escritor es "la disciplina, el trabajo perseverante… esa  es la mejor enseñanza en mi trabajo. Y cuando un joven escritor me pide consejos, sobre todo si no ha nacido genio, le digo que lea las cartas de Gustave Flaubert, que suplió su falta de genio con la tenacidad y el trabajo duro".

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