Vuelve a surgir la leyenda del último zar de Rusia
Las autoridades rusas desenterraron los restos de Nicolás II y de su esposa Alejandra, en el marco de la reapertura de una investigación por su ejecución.<br><br>
Todo hacía pensar que las dudas sobre el destino del último zar de Rusia, Nicolás II, y su familia habían quedado zanjadas. Eso porque en 1998 el monarca y su esposa fueron enterrados con todos los honores en San Petersburgo y porque en 2011 la Corte Suprema de Rusia había determinado que la familia imperial fue asesinada en 1918 tras la Revolución Bolchevique. Pero este miércoles las autoridades rusas desenterraron los restos de Nicolás II y de su esposa Alejandra, en el marco de la reapertura de una investigación por su ejecución.
Vuelve así a surgir los fantasmas de los cuestionamientos sobre los últimos días de vida de la familia del zar y las circunstancias de su muerte. El portavoz del Comité de Instrucción de Rusia (CIR), cargo de las exhumaciones, Vladimir Markin, dijo que se trata de una investigación sobre "las circunstancias de la muerte y el entierro de la familia imperial", sin aclarar qué tipo de examen se iba a llevar a cabo. "Hemos decidido partir de cero", explicó otro de los principales responsables del comité investigador, Vladimir Soloviev.
Las investigaciones sobre los hechos de 1918 se iniciaron en 1993 y se cerraron en 2011, por considerarse que no había avances suficientes, pero ahora un tribunal ruso consideró ilegal este cierre. Fue la Iglesia Ortodoxa, que siempre dudó de la autenticidad de los restos considerados como los de la familia Romanov, exigió en julio la reapertura de la investigación.
Markin dijo que la CIR tomó la decisión de exhumar los restos de Nicolás II y de Alejandra Fiodorovna tras la creación de un grupo de trabajo interministerial para el entierro de los restos del heredero de Nicolás II, el zarevich Alexei, y su hermana, la Gran Princesa María, cuyos restos fueron encontrados en 2007. Ese grupo de trabajo propuso investigar los restos de la hermana de la emperatriz (Elizaveta Fiodorovna), enterrada en Jerusalén y extraer muestras de sangre del abuelo del último zar, el emperador Alejandro II, lo que exige la exhumación de Nicolás II y su esposa.
Al igual que la Iglesia Ortodoxa, la Casa Imperial rusa siempre ha puesto en duda la autenticidad de los restos encontrados y exige nuevas pruebas genéticas, razón por la cual aplaudió la decisión de las autoridades rusas.
Los restos atribuidos al zar, su esposa y tres de los hijos fueron exhumados en 1991 y sepultados en la Fortaleza de San Pedro y San Pablo en 1998, en presencia del entonces Presidente ruso, Boris Yeltsin, y representantes de casas reales. Sin embargo, expertos rusos encontraron en 2007 en un bosque cerca de Yekaterimburgo (Urales) otros restos óseos que pruebas genéticas realizadas en EE.UU. aseguraron que pertenecían a Alexéi y María, lo que obligó a reabrir la investigación.
La Corte Suprema de Rusia rehabilitó en octubre de 2008 a Nicolás II, su esposa Alejandra y sus cinco hijos -las princesas Olga, Tatiana, María y Anastasia y el heredero de la corona, el zarevich Alexei-, juzgándolos víctimas de la represión política bolchevique, una decisión saludada por los descendientes de la familia imperial y la Iglesia Ortodoxa rusa. La imagen de la familia del zar cambió tras la caída de la Unión Soviética, y cuando la Iglesia Ortodoxa canonizó a la familia.
El CIR dio por concluido el caso en 2011 al considerar que la Corte Suprema había cerrado esa página de la historia del país al dictaminar que la familia imperial fue asesinada "por motivos de clase, sociales y religiosos", ya que sus asesinos consideraban que "representaban un peligro para el estado soviético y el orden político" vigente en 1918.
Nicolás II, su esposa y sus cinco hijos fueron ejecutados el 17 de julio de 1918, en medio de la guerra civil que estalló en Rusia tras la Revolución de Octubre de 1917, en un sótano de la casa Ipatiev de Yekaterimburgo.
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