Ajustar las expectativas
José Antonio Kast ha mostrado en sus primeras dos semanas como presidente electo una estatura republicana que ha sorprendido a muchos. El concepto de unidad como factor aglutinador, que fue el eje central del discurso pronunciado la noche del triunfo, pidiendo además respeto por sus adversarios, ha sido con justicia resaltado por el mundo político. Asimismo, en las reuniones que ha sostenido con diversas autoridades ha primado la prudencia, sin declaraciones rimbombantes, y en los primeros viajes que ha realizado por la región lo que ha prevalecido no es un discurso político sino que la intención de estrechar lazos para promover inversiones en nuestro país, como también explorando fórmulas para poder construir un “corredor humanitario” que facilite el regreso a sus países de miles de extranjeros que se encuentran en situación irregular.
Un próximo paso que deberá dar se refiere a la necesidad de ajustar las expectativas. Como reza un antiguo dicho, las campañas presidenciales se desarrollan en verso pero se gobierna en prosa. En el plano económico, siendo el tema del crecimiento el eje central del programa, muchos piensan que solo el mejor ambiente para los negocios que se anticipa va a permitir un giro radical en el corto plazo. Pero eso no será así. En materia de agilizar y destrabar permisos se podrá avanzar con relativa celeridad en los primeros meses en todos aquellos que ya se encuentran en su última etapa de aprobación, pero en el resto ello va a tomar más tiempo. La indispensable reducción de la tasa de impuesto corporativo va a requerir de un acuerdo parlamentario que no va a ser fácil, por cuanto la próxima oposición va a pedir compensaciones a través de otros tributos, y no va a quedar satisfecha con solo reducir el gasto. Por último, cuando ya se anticipa un ciclo positivo para el precio del cobre que va a permitir aumentar los ingresos fiscales, el nuevo ministro de Hacienda deberá colocar especial celo en ahorrar los ingresos adicionales para empezar a recuperar el Fondo de Estabilización, cuyo actual nivel, luego de los giros que se han realizado, es absolutamente insuficiente para poder amortiguar los efectos de una nueva crisis que pudiera surgir, y para la cual es fundamental estar bien preparados, tal como lo fue cuando sobrevino la pandemia.
Con todo, no se puede olvidar que el crecimiento de tendencia de la economía chilena en la actualidad no sobrepasa el 2 por ciento anual de acuerdo a las últimas estimaciones disponibles, aunque es probable que el mayor dinamismo que empieza a observarse en la inversión permita en un plazo no muy lejano ajustar esta cifra a 2,5 por ciento. Pero para llegar al 4 por ciento -que es la cifra que en el documento El Puente se estima como factible de alcanzar- es necesario dar un salto más significativo en materia de inversión, y avanzar también en el mejoramiento de la productividad y en la mayor contribución del empleo, todo lo cual va a tomar más tiempo. La ciudadanía debe estar consciente de que el ajuste será gradual.
Por Hernán Cheyre, Centro de Investigación Empresa y Sociedad UDD
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