Argentina depende de Argentina, no de Trump
SEÑOR DIRECTOR:
Contra los pronósticos de la mayoría de los medios de comunicación, Donald Trump se impuso de forma contundente en las elecciones presidenciales.
Los mercados se ilusionaron con el triunfo, y un día después subieron las acciones, se fortaleció el dólar y saltó también el Bitcoin, aunque también cayeron los bonos por el temor a un aumento del déficit fiscal y la deuda pública. Los mercados y la política festejaron también en Argentina. El Presidente Milei felicitó a Trump y le dijo que podía contar con él para llevar adelante su tarea de “Hacer a Estados Unidos grande de nuevo”. Días atrás había despedido a la canciller por votar en contra de EE.UU. en relación con el embargo a Cuba. También se supo que Milei será el primer Presidente latinoamericano al que Trump recibirá antes de su asunción.
Estos eventos entusiasman a algunos por estas latitudes. Analistas sostienen que gracias a la buena sintonía que existe entre ambos mandatarios, se facilitará una línea de crédito excepcional que permitirá que Argentina arregle su economía.
Lamento desilusionarlos. Es que, en primer lugar, si de crédito se tratara, Argentina debería ser potencia mundial, por las múltiples veces en que acreedores privados, estados y organismos multilaterales le prestaron plata para arreglar sus desaguisados. En segundo lugar, porque si Argentina sigue en una línea de políticas ortodoxas que achiquen el desequilibrio público y promuevan el desarrollo del sector privado, los capitales internacionales vendrán solos, sin la necesidad de una afinidad política .
A eso debe seguir apuntando el gobierno. Los vínculos internacionales con países prósperos y comprometidos con las reglas del capitalismo claro que ayudan en tanto señales hacia el futuro, pero nunca podrán ser el sustituto de reformas concretas y creíbles que generen confianza y aumenten la inversión.
Iván Carrino
Magister en Economía, investigador asociado - Faro UDD