Opinión

Caperucita verde y el lobo feroz

Aton Chile JONNATHAN OYARZUN/ATON CHILE

Caperucita decidió cambiar de color. Tras siglos de ser roja, llamativa con su capa de carmín, que la hacía presa fácil del lobo feroz, decidió cambiar de color. Era necesario vestirse de verde y azul, no sólo para “hacerse la ecológica” sino para encarnar “el relato de esperanza y paz”. Ella entiende que todo comunica y ha decidido cambiar todo su ser, y hasta vender su alma, con tal de llegar al otro lado del bosque, al poder. Ella, como buen personaje de cuentos de hadas, que encarna vicios que traen malas consecuencias, es desobediente e impetuosa. No escucha a su mamá que le dice que no vaya a la casa de la abuelita por el camino del bosque. Ella no le teme al lobo y en el cuento tradicional las cosas no terminan bien. Sin embargo, en la cultura actual, impregnada de wokismo, el lobo feroz es víctima de la sociedad y un marginado al cual caperucita debe rescatar. El lobo, es siempre carnívoro y obedece a sus impulsos animales, busca sobrevivir. No sólo tiene dientes filudos y listos para morder y matar. Como en el cuento tradicional engaña y siempre busca la forma de “comerte mejor”. Caperucita sigue siendo roja y hoy, es socia del lobo, cuidado.

Jannette Jara es la caperucita y es el lobo. No es desobediente como la del cuento tradicional, sino fiel seguidora de una religión de sustitución. Es una fiel militante del partido comunista, ella define su ser desde esa ideología y dedica cuerpo y alma a lograr que la utopía se haga realidad, cueste lo que cueste. Esta caperucita es mentirosa y se disfraza de abuelita igual que el lobo del cuento tradicional. Jannette cambió su look completo. Creó en el tiempo un “personaje”. Buscó dejar de lado su juventud, sólo tiene 51 años, para parecer mayor. Buscó “bacheletizarse”, quería parecer la “mami de Chile”. No sólo cambió su pelo y se dejó las canas, sino que imitó ese “carisma” que tanto encanta a los chilenos. Se mostró simpática, sonriente y “cumbianchera”. Buscó sacarse la capa roja que la definía desde muy joven. Intentó mostrarse cual “caperucita” desobediente y supuestamente “sin permiso de la mamá” , flanqueó las supuestas directrices del partido que se mostraban a la opinión pública. Pero no es verde, ni azul, es roja y no es desobediente como en el cuento. Es extremadamente obediente y disciplinada, sigue como todo comunista a “raja tabla”, las directrices del partido. No es dueña de sí misma, sino parte del engranaje colectivo que creó ese producto de marketing que hoy marca fuerte en las encuestas.

Teniendo en cuenta la verdadera naturaleza del producto marketeado y la mentira y el disfraz usado, parece inverosímil que haya quienes le crean. Es el lobo, vestido de abuelita contestando las preguntas de Caperucita. En el cuento tradicional diría así: “Abuelita, ¿por qué tienes los ojos tan grandes?” “¡Para verte mejor!”. En el cuento a la chilena en 2025 diría “Jannetita, ¿Por qué tienes tanta simpatía?” “Para cuidarte mejor”. Pero cuidado, tras preguntarle por las orejas que eran para oír mejor, viene la pregunta de la boca que, entonces y hoy, tiene como respuesta “para comerte mejor”. Ella es comunista. El comunismo jamás ha resultado en ninguna parte donde se ha aplicado. Todos dicen que es porque se aplicó mal. Todos dicen que ellos lo harán bien y que ahora sí va a resultar. No resulta. Simplemente siempre que se ha aplicado reparte pobreza, no riqueza. Jamás ha “cuidado mejor”, sino peor. No funcionó ni en Alemania con alemanes y creen que podría funcionar en Chile. Ciertamente parece que quienes le creen son quienes creen en los “cuentos de hadas” y suponen el “final feliz”. La idea que si cambian el modelo vendrá la felicidad, cosa que nunca ha funcionado desde la teoría marxista en un tan lejano 1848. Han probado mucho y han fracasado siempre. Hoy apelan al voto emocional y buscan engañar desde la simpatía. El demonio, de hecho, es siempre encantador, fascinante, por eso tienta. Nunca dice la verdad, porque sería un mal marketing decir la verdad, sonaría a algo así: “elígeme y serás eternamente infeliz”, eso no vende. Jannetita miente y se disfraza, pero es lo mismo de siempre, solo que les habla a nuevas generaciones que cándidas caen en su deliciosa trampa. Cuidado, basta ya de gobernantes simpáticos, no han arreglado, sino destruido nuestro país. Basta ver la historia reciente. Vote con la razón y no con la pasión.

Por Magdalena Merbilháa, periodista e historiadora.

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