Capitalización individual en cuentas “nocionales”

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En el nuevo panorama fiscal chileno, cotizar para cuentas nocionales puede ser percibido como pago de impuestos, lo que profundizaría la informalidad.



En lo central del debate previsional -cómo inyectar recursos adicionales al sistema-, la propuesta de los senadores de oposición es innovadora. Los problemas que demandan recursos adicionales son dos: cómo financiar mejoramientos a quienes ya se han jubilado (o van a jubilarse) con pensiones insuficientes; y cómo aumentar el ahorro previsional, para enfrentar las mayores expectativas de vida y la menor rentabilidad esperada de las inversiones.

Hasta la reforma de 2008 se respetó la noción de que para acotar la informalidad laboral y la evasión de cotizaciones y dar sustentabilidad financiera al sistema previsional era necesario evitar la percepción de impuestos al trabajo, asociando uno a uno las cotizaciones previsionales con beneficios futuros para el mismo aportante. De aquí que, según esa orientación fundacional del sistema chileno, se postuló que los aumentos necesarios en tasas de cotización deberían ir enteramente a capitalización individual, mientras el financiamiento de pensiones insuficientes correspondía al Fisco, con ingresos tributarios o deuda pública.

La propuesta de los senadores de oposición pretende resolver ambos problemas en forma simultánea, sin hacer explícito el endeudamiento público y sin reconocer un impuesto al trabajo tras el aumento de cotizaciones de 6% que se propone. La fórmula ideada es traer a Chile el concepto de “cuentas nocionales” de capitalización individual: las cotizaciones no van a cuentas individuales para financiar adquisición de valores financieros, si no al Estado, que las destina a mejorar pensiones de terceros; a su vez, el Estado garantiza las futuras pensiones de los cotizantes. Pero la realidad no puede ser alterada: o hay endeudamiento público, o hay un impuesto tras el aumento de cotizaciones, o algo de ambos.

Si las “cuentas nocionales” reconocen los nuevos aportes y una rentabilidad similar a la del mercado, no habría impuesto tras las mayores cotizaciones. Pero si el Estado ha utilizado esos recursos para mejorar pensiones -"intra" e “inter” generaciones- debe reconocer su pasivo con los cotizantes. De hacerlo, la situación sería enteramente equivalente a aquella en que el Estado emite deuda pública para mejorar pensiones insuficientes, y los cotizantes adquieren esos títulos de deuda, a precios de mercado, con los recursos en sus cuentas individuales.

¿Cuál es la diferencia? Que en el sistema de cuentas nocionales la rentabilidad última reconocida a los aportes solo será conocida en el tiempo. El Estado se guarda la posibilidad de redefinir las pensiones en aras de la “sustentabilidad” del sistema y de su propia solvencia. En definitiva, un endeudamiento estatal más “cómodo” que la emisión de títulos de deuda, para los mismos fines. La contrapartida de esa comodidad es la incertidumbre respecto del impuesto al trabajo que esconden las mayores cotizaciones.

La propuesta supone un desafío mayor: que en un país que ve crecer aceleradamente su deuda pública los cotizantes confíen en que las deudas estatales “nocionales” serán tan cobrables como los pagarés de la República. De no ser así, la solución “nocional”, percibida como impuesto al trabajo, llevará a la informalidad y evasión previsional que destruyen el sistema.

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