Chile y el Índice de Desarrollo Humano

Gente AFP
Foto: Andres Perez/ La Tercera


La semana pasada se dieron a conocer los resultados del Índice de Desarrollo Humano 2019 que elabora cada año el PNUD. Éste tiene por objeto hacer una lectura más allá de los ingresos monetarios, ponderando además el acceso de la población a educación y la expectativa de una vida saludable. En esta oportunidad, Chile se ubicó en el lugar 42° entre 189 países, alcanzando un índice de 0,847 puntos. De esta forma, nuestro país fue una vez más clasificado entre los 62 países de desarrollo humano "muy alto" y se mantuvo como líder de Latinoamérica, por encima de Argentina y Uruguay.

Entre las buenas noticias que entrega el informe de resultados, está que Chile, a pesar de ser uno de los países con menor PIB per cápita y con mayor desigualdad de ingresos entre los países de desarrollo humano "muy alto", logra ubicarse en el promedio de los indicadores relativos a esperanza de vida y escolaridad esperada. Esto sugiere que los avances económicos que hemos conseguido a lo largo del tiempo, si bien aún nos sitúan por debajo de los países desarrollados, han ido posibilitando logros concretos en términos de acceso a educación y salud, los que nos permiten posicionarnos en niveles comparables a este grupo de países más aventajados.

Adicionalmente, Chile se exhibe como uno de los países de desarrollo humano "muy alto" que han logrado los mayores avances en las últimas décadas, e incluso en los últimos años. Este es un resultado valioso considerando el estancamiento que con frecuencia se percibe entre los ciudadanos, cuyas altas expectativas suelen verse superadas. En comparación al resto de los países del mundo, el nuestro es uno que ha logrado importantes progresos y que sigue haciéndolo, lo que no debemos perder de vista.

Por otro lado, entre los desafíos que quedan de manifiesto al revisar los datos que proporciona el informe, resalta la comparativamente baja escolaridad de nuestra población adulta. Ello puede sugerir la vulnerabilidad en que se encuentra una parte de la clase media en el país, en la medida que la baja escolaridad suele relacionarse a empleos más precarios y a una menor seguridad de poder enfrentar los vaivenes de la economía, el trabajo o la enfermedad. Si bien en los últimos años desde la política pública se ha intentado avanzar hacia un mayor apoyo del Estado a la clase media vulnerable, en la práctica dichos esfuerzos han sido poco visibles y sus resultados escasos. Es importante perseverar en ello.

Por último, el informe muestra una brecha en el Índice de Desarrollo Humano para la población masculina y femenina. Mientras las mujeres en Chile presentan una mayor expectativa de vida que los hombres y una escolaridad equivalente, obtienen ingresos per cápita significativamente inferiores, cuyo origen tiene que ver en gran medida con su baja participación laboral.

Con todo, este tipo de índices constituyen un aporte a la hora de hacer diagnósticos objetivos, que permiten reconocer los avances logrados por el país y sobre la base de éstos deducir las materias y desafíos pendientes para el futuro.

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