Columna de Magdalena Merbilháa: “Si los perros ladran es porque avanzamos”



Esta semana sufrí una “funa concertada” por una actividad que realicé en un colegio sobre Liderazgo Femenino y la mujer en la Historia. Un término en específico molestó a algunos y sirvió de excusa para el ataque. El chilenismo en cuestión fue dicho en un contexto especifico y haciendo énfasis de las “comillas” del mismo. El término buscaba ensalzar un punto que venía más adelante, por lo que la cuña separada podía verse desafortunada. Más allá de eso, no había gravedad real en el término, por lo que la reacción es a todas luces, un escándalo buscado. Pareciera ser que esta frase atribuida a Don Quijote desde Goethe, “si los perros ladran es porque avanzamos” es lo que sucede.

Dicho eso, aclaro sobre el contenido de la actividad “funada”, ya que lo que ha circulado ha sido cortado y pegado en partes que no iban juntas, acelerado y manipulado sacándolo de todo contexto. Se intentó mostrar que yo buscaba adoctrinar y pervertir a los niños, algo totalmente alejado de la realidad. Pervertir implica torcer de la verdad y el bien, yo más bien buscaba “revertir” la perversión instalada desde “la Nueva Inquisición” desde hace mucho. La ideología de izquierda permeó los colegios desde hace años. Muchos profesores son activistas políticos, los textos utilizados apuntan a ver sólo un lado de la moneda. El pensamiento crítico fue abandonado por una sola mirada. Sin duda les molestó que alguien de “derecha” que cree en “la verdad y bien objetivo”, en la moral, fuese a hablar a un colegio. Más les molestó que fuese a hablar de mujer y liderazgo femenino, como si en ese tema pudiese haber o debiese haber una sola verdad. En mi charla de liderazgo femenino partí definiendo lo que es ser mujer, concepto que les complica. Ya que para ellos la mujer no es, se hace y cualquier cosa, si lo desea, puede serlo. Si mujer es todo, entonces no es nada. Claramente no les importa la mujer como tal, ya que no se puede defender, ni empoderar a la mujer, si no tienes claro qué ésta es. Yo en lo personal me quedo con la definición de Edith Stein, primera mujer con cátedra de filosofía en Europa y ayudante de Edmund Husserl, una intelectual de primera, quien establece que ser mujer es un “modo de ser personal”. Es decir somos distintas a los hombres y complementarias en la sociedad con ellos. Ella establece que “el mundo no necesita lo que las mujeres tienen, sino que lo que son” y que toda actividad, si la mujer lo desea, la puede realizar. Nada está vetado para nosotras. El empoderamiento femenino es evidente en esta autora. De hecho haciendo un barrido histórico uno puede ver que no es cierto que estuvimos ausentes, eso sería imposible. En el pasado hay grandes mujeres con grandes logros en muchas disciplinas. Ciertamente hay olas de feminismo con grandes distinciones, lo que inició como una causa justa que buscaba mayor participación fue coaptada por la ideología de ultra izquierda en su segunda y tercera ola, desde el estructuralismo y la deconstrucción. Hoy incluso se anula lo que es ser mujer real y se equipara con quien desea serlo. Se reemplaza el ser por el sentir e instrumentaliza lo que nunca debe ser instrumentalizado. El feminismo radical, niega la realidad y es un mal para la sociedad. Las mujeres empoderadas deben estar orgullosas de ser mujeres y orientarse al bien para mejorar con su liderazgo, desde su modo de ser, la sociedad.

Creo que el revuelo del tema de mi charla va más allá de lo sensato y tiene una clara intención, silenciar a quienes pensamos distinto. Dicen que fueron alumnas las que denunciaron., pero podría haber sido cualquier persona interesada y contactada. Fue denunciado y entregado a un conocido programa de ultra izquierda, en el que la conductora escandalizada habla de “adoctrinamiento político”. Ella es la misma que alentaba y celebraba cuando en Valparaíso un grupo de performance se sacaba la bandera “por ahí mismo”, insultando los símbolos patrios, la moral, buenas costumbres y a muchos chilenos. Creo que el pensamiento crítico evidencia intenciones políticas que van más allá de la verdad. Lo preocupante es quienes lo replican, viniendo de ella, cero pensamiento crítico.

Claramente lo que les molestó es que ciertas ideas, que defienden el bien y la verdad, entren en los colegios, ese es “territorio” de ellos. La hipocresía es tal que no consideran que sea adoctrinamiento político las charlas de educación sexual desvirtuadas alejadas de la afectividad a preescolares. Tampoco que a niños pequeños se les enseñen consignas abiertamente vinculadas a sectores de izquierda radical como “El pueblo unido, jamás será vencido” o que se entreguen libros a los alumnos con “el perro mata pacos”. Todo eso es muy normal. Para que decir cuando grupos externos les enseñan a los niños en los colegios emblemáticos a hacer bombas en talleres escolares, validando la violencia como el modo de hacer política. Si eso no es adoctrinar, ¿entonces que es? Redefinir sin definición la realidad toda. Lo que les molesta que otra visión sea vista por los niños. Que la idea objetiva de bien arrincone a los evidentes discursos ideológicos que no buscan la paz, sino la confrontación. Este evento me hizo constatar que tal vez la batalla cultural va más rápido de lo imaginado. No habría “funa” si no se sintieran amenazados. Los perros sólo ladran cuando avanzamos.

Por Magdalena Merbilháa, historiadora y periodista.

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