Complejo escenario para economía chilena

Fachada Banco Central


El viernes pasado, el Banco Central (BC) sorprendió al mercado rebajando la tasa de política monetaria en 50 puntos base, situándola en 2,5%, en el mismo nivel que se encontraba previo al alza que en dos oportunidades efectuó desde octubre de 2018. El último ajuste a la baja de esta magnitud se había realizado durante la crisis internacional subprime en un escenario de alta volatilidad y fuerte incertidumbre económica.

Pero, además, esta vez el BC anticipó la proyección del Informe de Política Monetaria (IPoM), rebajando la estimación de este año a un rango entre 2,75% y 3,5%, y comunicó un ajuste al alza de algunos los parámetros estructurales para la definición de la política monetaria, como el PIB tendencial (que para los próximos 10 años, el BC lo ubica en un rango entre 3,35% y 3,75%, 0,25 puntos porcentuales más respecto de lo estimado hace dos años) y el PIB potencial (estimado en 3,4% para el período 2019-2021).

Es decir, hay diferentes lecturas entre variables coyunturales y estructurales. En lo coyuntural, el BC anticipa que el desempeño de la economía es peor a lo estimado previamente, afectado por un menor crecimiento de la inversión, la que en vez de crecer por sobre el 6% este año -según lo proyectado en el IPoM anterior-, se incrementará en un modesto 4,5%, es decir, a una tasa menor que el registro de 2018. En contraste, se mejoran las perspectivas de largo plazo, impulsadas por el fenómeno asociado al flujo migratorio, sobre el cual el instituto emisor confiesa desconocer con precisión la trayectoria que marcará el proceso de absorción de los nuevos trabajadores en la economía.

Esta dicotomía entre mejores perspectivas para las variables estructurales y un ajuste visible para las proyecciones de corto plazo llevaron al BC a reponer el impulso monetario, teniendo en cuenta que el nuevo escenario disipó cualquier eventual riesgo de presiones inflacionarias. Sin embargo, el mapa de vulnerabilidades económicas no desaparece solo con una política monetaria más expansiva. El BC reconoce que en el plano interno, el balance de riesgos está sesgado a la baja y uno de los elementos a seguir evaluando es la inversión, producto de un escenario externo con mayor incertidumbre y los diversos costos asociados a la tramitación de proyectos.

Surgen entonces nuevos desafíos para el manejo económico del país. Uno de ellos, y que bien entendió el Presidente de la República en su reciente cuenta pública, es contener las expectativas ante un panorama económico algo más complejo. Para nada ayuda, en contraste, que algunas autoridades económicas sigan insistiendo en un optimismo voluntarista, por ejemplo, anticipando que este año la inversión crecerá por sobre el año 2018, situación que el BC descarta en su último IPoM. Pero, además, el Congreso debe ser consciente que obstaculizar proyectos de ley que buscan agilizar el desempeño económico los pone como responsables de la partida fallida que ha mostrado la actividad económica recientemente y que tarde o temprano la ciudadanía terminará castigando.

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