Constitución y unidad
SEÑOR DIRECTOR:
Quedan pocas semanas ya para el plebiscito. Los partidarios de aprobar el nuevo texto justifican su postura en cuestiones técnicas, argumentando que el contenido de la propuesta contribuirá a solucionar problemas que actualmente aquejan al país.
Lo cierto es que, incluso suponiendo virtudes técnicas del proyecto -cuestión que por lo demás es debatible-, su realización práctica es un problema completamente diferente. El reemplazo de un régimen constitucional por otro es un ejercicio tremendamente complejo. Nadie está en condiciones, hoy por hoy, de predecir cómo se interpretará y, en consecuencia, cuáles serán los efectos.
Hay una dimensión del proyecto constitucional, en todo caso, que sí se puede juzgar con absoluta certeza. La propuesta ya no logró transformarse en el elemento de unidad prometido al iniciar este segundo proceso. Uno de los supuestos fundamentales de una Constitución es que funcione y sea percibida como una base común sobre la que lo que nos diferencia -preferencias religiosas, políticas, morales, etc.- pueda ser procesado. Con razón se criticó que el primer proyecto fracasaba justamente en esa dimensión, y afortunadamente el pueblo chileno tuvo el buen juicio de rechazarlo.
La defensa del segundo proyecto sobre la base de razones “técnicas” implica desconocer la promesa hecha y demuestra que en realidad el problema nunca fue la unidad. Pareciera ser que algunos solo esperaban la oportunidad para “joder” a los otros.
Rodrigo Kaufmann
Profesor de Derecho Constitucional
Universidad de Tilburg (Países Bajos)