El oráculo
Al revisar las múltiples encuestas electorales de este año, se genera confusión e incertidumbre. La definición de quiénes serán las autoridades que dirigirán el país o quiénes representarán la voluntad general en el Parlamento tiene consecuencias profundas en la vida de cada persona. Estos instrumentos, las encuestas, parecen esfuerzos de oráculo, con la ilusión de predecir una verdad que resulta insondable, considerando la mutabilidad de la opinión humana. Desde antiguo, el deseo de poder predecir el futuro acompaña a la humanidad con actos de magia, sacrificios, visitas a lugares, como si lo que está por venir estuviera tan establecido como lo que ya ocurrió. Adicionalmente, estos estudios de opinión no solo tratan de anticipar la verdad, como, por ejemplo, “si las elecciones fueran este domingo, Ud. votaría por…”, cuando para la emisión del voto en cuestión faltan muchos meses; sino que la configuran, influyendo en la decisión de los electores. Al final, alguno de los múltiples estudios se vanagloriará de haber aproximado mejor el resultado; pero la verdad, considerando la dispersión de números, es que la supuesta mayor precisión será solo fruto del azar. Citando el perspectivismo de Ortega y Gasset, “la verdad es un punto de vista”, uno de los cuales resulta confirmado por los hechos posteriores.
Las disímiles explicaciones para interpretar el resultado de las predicciones-encuestas son aún más curiosas. Se ha construido como hecho que la candidata oficialista perderá la segunda vuelta, y que un candidato de la derecha, cada vez con más incertidumbre de cuál, ocuparía el sillón presidencial. Ello, interpretando además que su partido y el propio Presidente la habrían dejado caer.
Este punto de vista, mera opinión, amerita contrapuntos: tanto el Presidente, como el colectivo de izquierda, están jugados por la continuidad. Atribuir que el primero está más bien preocupado de una agenda de posicionamiento personal es ingenuo. Dejar pasar esta oportunidad para profundizar cambios refundacionales sería algo que Marx no aprobaría, sea en su variante leninista como hegemónica. El esfuerzo porque no se vaya a votar, el ataque sistemático a un candidato opositor para levantar al más derrotable, la profundización a todo “X” de las divisiones opositoras, la captura de Hacienda por el Frente Amplio, las cifras discutibles de las finanzas públicas y el despliegue a todo volumen del gobierno entre noviembre y diciembre permiten un “punto de vista” alternativo, y si de predicciones se trata, la posibilidad que la ex ministra del Trabajo se proclame vencedora crece con los días.
Como lo han señalado múltiples personas de gran capacidad de reflexión, haber transformado la elección presidencial de este mes en una primaria de la derecha, solo contribuye a profundizar lo que puede ser un profundo error de cálculo y de la encuestología: Que la mayoría de los electores se inclinará necesariamente por una alternancia en el poder. Si esa es en verdad la voluntad, se hacen imprescindibles gestos heroicos para respetarla.
Por Jaime Mañalich, médico
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