Opinión

El Papa León XIV

Soy académica de diseño de vestuario y esto dice el traje del Papa León XIV

La reciente muerte del Papa (Petri Apostoli Potestamen Accipiens: el que sucede al apóstol Pedro) Francisco, y su sucesión por parte del cardenal Robert Prevost, como León XIV, han tenido resonancias mundiales. Miles de millones de personas han seguido las ceremonias de entierro de un Papa y la elección de otro. Mandatarios de todo el mundo, creyentes y no creyente -y en distintos grados- han seguido estos eventos con emoción e interés. Sin indiferencia, atentos.

El nuevo Papa -Robert Prevost- nació en Chicago, Estados Unidos, y trabajó durante años como misionero en la diócesis de Chiclayo, Perú, país en el que se nacionalizó. Puestas así las cosas, León XIV es el segundo Papa Latinoamericano. El nombre elegido -León- tiene connotaciones históricas importantes. León I, o León El Grande, gobernó la Iglesia entre el año 440 y el 461. Es famoso, entre otras cosas, por haber persuadido a Atila de no invadir Italia, y por su convocatoria al Concilio de Calcedonia, donde se definieron aspectos doctrinarios significativos de la Iglesia. Otro predecesor ilustre, es León XIII (1878-1903), que con su encíclica Rerum Novarum, echa las bases para el desarrollo de la Doctrina Social de la Iglesia, adoptada como carta de navegación por una parte importante del mundo político durante el siglo XX. La clave de estos documentos está en su profundidad de ideas, que revelan un conocimiento profundo del ser humano, de sus cualidades enormes y de sus derivas peligrosas: los engaños, la pobreza, las guerras, la falta de solidaridad, el individualismo, la simplicidad de creer que el dinero hace la felicidad y que todo vale para obtenerlo, la destrucción de las familias. Frente a este panorama no caben simplificaciones, puesto que estos deterioros están anclados en todos los grupos sociales.

Detrás de esta anomia hay un diagnóstico. El hombre -tímido como es- se ha hecho o pretende ser autónomo frente a Dios. Cualquiera explicación le basta. La consecuencia es que para sobrevivir en estas condiciones ha debido entrar en innumerables alianzas espurias que lo han conducirlo a la soledad. A una torre de Babel en que resulta muy difícil entenderse con otros. La tarea de León XIV es ofrecernos el amor y perdón de Dios que siempre nos espera, sin dejar de querernos.

Como señala recientemente Javier Cercas en su libro “El loco de Dios”, los medios no dejan de confundir al Papa con un líder político, es bajo este prisma que lo leen e interpretan. Esto es un error. Sus acciones pueden tener alcances y consecuencias políticas, pero el es ante todo un líder religioso, sucesor de Pedro y vicario -representante- de Cristo en la Tierra. Esta es su tarea. En palabras del Papa Francisco, invitar a todos, todos y todos a reencontrarse con Dios, es decir a recuperar la autonomía perdida. León XIV tendrá que trabajar arduamente para que la Iglesia sea un lugar de acogida y, de nuevo en palabras de Francisco, un hospital de campaña que nos cura a todos para trabajar, querer y ser felices construyendo un mundo bueno. La promesa de León XIV es Dios para la humanidad.

Por Soledad Alvear, abogada

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