Opinión

El punto de inflexión del emprendimiento chileno

El caso Cornershop se enmarca en una serie de emprendimientos de éxito a nivel local, que están dando cuenta de una “generación dorada” en materia de innovación.

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La noticia de que Uber adquirirá la totalidad de las acciones de Cornershop -operación que significó valorarla en US$ 3.000 millones-, es un hecho muy significativo para Chile. Por varias razones. Primero, porque se trata del primer emprendimiento chileno que logra alcanzar la categoría de Unicornio, aquella que reconoce a las empresas que superan los mil millones de dólares en valor de mercado. Segundo, porque son varias las startups del país que han conseguido despegar en forma importante durante el último tiempo, como Notco, Betterfly y Fintual. Tercero, porque todo esto sucede en una época marcada por la incertidumbre política y la pandemia, lo que hace aún más interesante el fenómeno.

Por eso se habla de que Chile estaría en un “momentun” o punto de inflexión en su ecosistema de innovación, cerrando un primer semestre histórico en cuanto a levantamiento de capital e inversión para las startups locales, algo que es muy relevante por lo que significa en términos de aportar tecnología y valor agregado a la matriz productiva chilena, muy concentrada todavía en las materias primas.

Son varias las causas que explican el fenómeno. Desde luego está la labor gubernamental, que a través de Corfo y StartupChile lleva mucho tiempo apoyando este tipo de emprendimientos. Solo esta última ha acelerado a más de dos mil empresas en los últimos diez años. Recientemente, esta labor se ha fortalecido por el interés privado que han generado este tipo de inversiones en capital de riesgo, algo que es fundamental.

Pero, tan importante como el mayor acceso al financiamiento, lo que está sucediendo tiene que ver también con el surgimiento de una nueva cultura del emprendimiento en el país. Una generación de jóvenes que, junto con poseer talento, tiene ganas de arriesgar con tal de innovar y formar algo nuevo. Personas con pensamiento global, que miran su desarrollo mucho más allá de Chile, sabiendo que el éxito depende de que sus ideas crucen las fronteras para que sean atractivas para los grandes inversionistas. Y, quizás lo más interesante, es que esta cultura parece correr por carriles distintos a la política o las pandemias, porque se ha desarrollado pese a los problemas y las situaciones puntuales de cada país.

En esto, es interesante constatar que este no es un fenómeno particular a Chile. Es más, al mirar América Latina se puede constatar que nuestro país está un tanto atrasado en la región, donde ya se cuentan 22 Unicornios, gran parte de los cuales provienen de Brasil, seguido de Argentina y México. Algunos incluso cuentan ya con una larga tradición en el mercado, como es el caso de Mercado Libre, Rappi y Despegar.

Por otra parte, se habla de que la región como un todo está viviendo un buen momento para levantar financiamiento. Si el año 2016 se invirtieron por este concepto 500 millones de dólares, el 2020 fueron 4.100 millones de dólares, lo que habla de que América Latina está en la mira de los grandes fondos de inversión y aceleradoras internacionales.

Por ello, los expertos coinciden en que, por fin, tanto Chile como sus vecinos están teniendo resultados importantes en esta materia, una oportunidad que no debería ser desaprovechada. En nuestro país esto pasa, primero, porque el financiamiento local debe crecer. El llamado “ticket de inversión” es todavía muy bajo, no superior a los 500 mil dólares para el 90% de los casos, existiendo consenso de que al menos debiera ser el doble. Esta es una tarea que debe tomar el sector privado, como de hecho lo están recién haciendo algunas empresas y family offices de los grupos empresariales.

También cabe fomentar y cuidar esta nueva cultura de la innovación en los jóvenes, sin duda, la “generación dorada” del emprendimiento. Porque si bien han probado ser resilientes a muchas de las discusiones políticas, no están ajenos a la realidad que viven los países. Y como esta es una generación que piensa global, es decir, que no tiene problemas en moverse de un país a otro, la fuga de talentos es un riesgo no menor que los países deben comenzar a considerar seriamente.

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