Opinión

El rediseño del orden global

El rediseño del orden global

La reciente cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (SOZ) fue la expresión más visible del proyecto internacional que impulsa China bajo el liderazgo de Xi Jinping: la Iniciativa de Gobernanza Global (GGI). Con ella, no pretende limitarse a participar en el sistema internacional vigente, sino transformarlo de acuerdo con sus propios parámetros, proyectando desde Asia una visión alternativa del orden mundial fundado en los valores universales impuesto por Occidente.

La GGI se estructura en cuatro pilares —desarrollo, seguridad, civilización y gobernanza— y cinco principios que subrayan la igualdad soberana de los Estados, el respeto al derecho internacional y a la Carta de la ONU, la cooperación multilateral, un enfoque centrado en las personas y la necesidad de resultados tangibles. A través de estos, Pekín promueve un “multilateralismo inclusivo” que, en la práctica, se sostiene en instrumentos de poder: instituciones financieras propias, control de cadenas de suministro estratégicas, despliegue tecnológico y una diplomacia que combina dimensiones multilaterales y bilaterales y que analistas han descrito como el “poder de convención” o la capacidad de generar consensos flexibles que refuerzan su gravitación internacional sin imponer normas universales.

Parte del mundo occidental advierte el surgimiento de un nuevo multilateralismo, con la configuración de relaciones centro-periferia que fortalecen la autonomía estratégica de China y expanden su influencia global. América Latina, no obstante, continúa interpretando la presencia china casi exclusivamente en clave comercial, lo que dificulta dimensionar la magnitud del cambio en curso.

Para Chile, la cumbre de Tianjin ofrece tres lecciones estratégicas. La primera es ampliar la mirada: China no es solo nuestro principal socio exportador, sino un arquitecto de normas y prácticas internacionales que inciden en nuestro margen de acción. La segunda, es cooperar sin subordinarse: la relación con Pekín debe ser pragmática y abierta a oportunidades, pero cuidando la autonomía en áreas críticas como seguridad tecnológica, transición energética o inserción en cadenas de valor. La tercera, es pensar regionalmente: sólo una estrategia iberoamericana coordinada permitirá enfrentar los desafíos de un orden internacional en transformación. La experiencia europea muestra que la acción conjunta es condición indispensable para resguardar intereses compartidos.

Vivimos una transición en la que el orden imperante se debilita y China busca instalar una alternativa sustentada en sus propios valores y prioridades, un proceso que ya está modificando reglas e instituciones.

Este cambio internacional exige visión estratégica y altura de miras, porque lo que está en juego no es solo nuestro comercio exterior, sino que nuestra subsistencia como nación independiente.

Por Teodoro Ribera, rector Universidad Autónoma de Chile y ex ministro de Relaciones Exteriores

Más sobre:ChinaIniciativa de Gobernanza Global

⚡¡Extendimos el Cyber LT! Participa por un viaje a Buenos Aires ✈️ y disfruta tu plan a precio especial por 4 meses

Plan digital +LT Beneficios$1.200/mes SUSCRÍBETE