El rol de los partidos de centro en la segunda vuelta

Mientras Kast ha sido receptivo a las críticas y se allanó a reformular su programa, el acrítico respaldo de la centroizquierda a Boric no favorece su moderación.


El apoyo con condiciones de Sebastián Sichel a la candidatura de José Antonio Kast, provocó fuerte molestia en el Partido Republicano y otros sectores de la derecha, quienes manifestaron que no era el momento de abrir flancos innecesarios a dos semanas de la segunda vuelta presidencial; o que se trató de un error político, considerando que la centroizquierda no dudó en cuadrarse con la candidatura de Gabriel Boric, sin pedir nada a cambio.

Sin duda, es una forma de ver las cosas. La otra es preguntarse por qué la centroizquierda no fue más crítica al momento de dar su apoyo a un candidato que no solo ha cuestionado duramente a este sector, sino además a sabiendas de que su programa tiene problemas serios de forma y fondo. En otras palabras, ¿no es más sano para el país que este tipo de apoyos signifique algo más constructivo que palabras lanzadas a la galería? Sobre todo si se tiene en cuenta que los partidos y candidatos perdedores no son dueños de los votos, por lo que su verdadero aporte en esta segunda vuelta, más que acarrear votantes, es influir en los programas de quienes siguen en carrera.

Visto así, la actitud de Sichel, si bien en la forma pudo incomodar, es una señal potente para Kast y la derecha. Porque las condiciones que planteó son importantes y razonables para alguien que quiera ser el representante del sector en esta elección. Partiendo por mantener el multilateralismo y los equilibrios presupuestarios, algo que nunca debió estar en duda. La lista también corrige errores burdos del programa del candidato, como la idea de eliminar el Ministerio de la Mujer o no reconocer la incidencia humana en el cambio climático. Finalmente, están las materias valóricas, que tienen que ver con requisitos elementales para una derecha que quiere llamarse moderna, como el respeto a las minorías y el compromiso de no promover leyes desde el Ejecutivo que impliquen retrocesos en materia de interrupción del embarazo en tres causales y la unión civil. Esto, considerando que además son leyes que ya están funcionando, vale decir, sin costo para el candidato.

Quizás por ello quien mejor entendió el mensaje fue el propio Kast, que no dudó en señalar que las propuestas de Sichel constituyen un aporte y serían incorporadas a su programa. Y si ello es así, entonces el candidato republicano está dando un paso importante en la búsqueda de los votos que requiere del centro.

Por el lado de la centroizquierda, en cambio, sucede lo contrario, habida cuenta del cheque en blanco que le entregó a Gabriel Boric para la segunda vuelta. El candidato, si bien en las palabras se nota más moderado, en las acciones no parece estar dispuesto a ceder. El ejemplo más claro sucedió esta semana a propósito de la votación del cuarto retiro de las AFP. Pese a que su asesora norteamericana, Stephany Griffith-Jones, dijo el jueves ante los asistentes del “Chile Day” en Londres que existía un consenso entre los economistas de que el cuarto retiro es un error, porque el consumo está aumentando a una tasa muy alta y la economía está recalentada, el diputado Boric no dudó en votar a favor de la propuesta al día siguiente en el Congreso. Así, a pesar de que hay coincidencia en que el programa económico de Boric requiere ajustes, el candidato sigue actuando ajeno a ello.

Por eso se extraña en la centroizquierda una actitud más crítica frente a los apoyos que entregan. Ilustrador de la falta de aquello es el gesto del expresidente Lagos hacia Boric, quien no dudó en hacerlo su candidato para la segunda vuelta, pero sin hacer observación alguna sobre las diferencias que marcan a uno del otro y de la necesidad que moderar su programa o mejorar sus propuestas.

Es un hecho que quien sea elegido requerirá de otros para gobernar y que esos otros están en el centro del espectro político. Por ello este tiempo es muy importante para que los candidatos y sus nuevos aliados presenten propuestas de forma coherente y seria. Para que esto suceda, tanto la centroizquierda como la centroderecha deben jugar un rol muy activo, no solo para que el nuevo programa sea creíble, sino también para prepararse de cara a un eventual gobierno. Por ello, entregar apoyos al vacío sirve de poco o nada. Primero, porque la ciudadanía no los cree, y, además, porque no son un aporte para nadie.

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