El triunfo de un avatar
Por Wladimir Sierra, analista político ecuatoriano.
A las 18:45 del domingo 13 de abril, con el 44,6% de votos ya escrutados, los noticieros anunciaron que Daniel Noboa le sacaba 15 puntos de ventaja a Luisa González, una tendencia ya irreversible. Ninguna encuestadora, ningún analista político habían previsto tamaña distancia; existía un consenso en torno al empate técnico.
Tan fuerte fue el impacto de los resultados que los partidarios de Revolución Ciudadana cayeron en un mutismo del que todavía no salen. Lo mismo sucedió con los gestores de opinión.
Poco a poco los analistas arriesgaron tibias explicaciones: que si el voto joven y adulto mayor, que si había que darle más tiempo al candidato-presidente, que si el peligro de una chavización del país, que si la sostenibilidad de la dolarización, que si el combate al crimen organizado. Si bien todos estos son motivos relevantes, no son suficientes para explicar lo acontecido.
Nos apuramos a pensar que aquello que en realidad triunfó está más allá del candidato Noboa. Está en un nuevo modo de procesar la política. Los derrotados no son Luisa González y el correísmo, sino las viejas formas de organizar e interpretar el quehacer político.
En épocas de Tiktok, posverdades y avatares, en épocas de multiversos, deep fake y fake news, la política abandona el terreno de lo verosímil, de la oferta creíble, de la retórica argumentativa partidaria y se hunde en el incesante flujo de memes, de posts, de trolls. La arena política ya no es lo que el pensamiento racional, democrático y deliberativo buscó construir, ahora es un difuso espacio tejido por el incesante flujo de micro emociones, tan instantáneas como ambiguas, cuya única intención es distraer y no informar.
Los votantes, inducidos por esa trama gamificada de entretenimiento político, decidieron dar su apoyo a uno de los avatares que disputaban la atención de sus posibles followers, en la psicodelia de la política digital.
Quien en el fondo triunfó en las últimas elecciones presidenciales del Ecuador fue Nobita, el avatar del candidato Noboa y triunfó creando y desacreditando al avatar de la candidata Luisa González: la Rana René. Ganó porque supo jugar adecuadamente en ese manto espeso que ahora lo envuelve todo: la fake reality.
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