El valor del autocuidado en pandemia
Es muy importante que como parte de las estrategias de contención del virus la población no descuide el uso de mascarillas y otras medidas sanitarias.

En varios países se viven preocupantes nuevas olas de contagio de Covid-19 -tal como ha advertido la OMS, lo que ha motivado a que se vuelvan a tomar medidas restrictivas, como el cierre de lugares de esparcimiento, o el regreso de los toques de queda, tal como se ha decretado para París y otras ciudades francesas. Las razones de esta nueva oleada intentan ser dilucidadas por la comunidad científica, pero dos variables parecen seguir siendo comunes: el relajamiento en las medidas de autocuidado, y la alta prevalencia de la enfermedad en la población más joven, a diferencia del segmento sobre 60 años de edad, que concentra muchos menos casos, pero que sin embargo explica el 70% del total de fallecimientos.
Mientras no exista una vacuna, el cumplimiento de los resguardos sanitarios seguirá siendo el mejor mecanismo de prevención. Italia podría dar un buen ejemplo de ello, porque si bien fue uno de los países más afectados del mundo en la primera fase -tanto en contagios como en número de fallecidos-, hoy vive una realidad muy distinta. El número de casos confirmados ha ido en aumento en las últimas semanas, pero muy por debajo de lo que se ha registrado en España o Francia. Una de las razones que explicaría el fenómeno es el mayor cumplimiento de las medidas sanitarias por parte de la población, probablemente por el trauma que produjo la primera ola y el temor de volver a revivir algo similar.
Si bien al comienzo de la pandemia los científicos estaban divididos sobre las ventajas de masificar el uso de la mascarilla en toda la población, hoy ya parece ser un consenso la utilidad del dispositivo, pese a las protestas de segmentos muy menores que se niegan a utilizarla. La propia OMS ya la recomienda como parte de las estrategias de prevención -junto con el lavado de manos y el distanciamiento social-, en tanto que prestigiosas publicaciones científicas también han concluido que la población puede hacer una importante contribución para contener la propagación mediante el uso de mascarillas.
En ese orden de cosas, es acertado que el gobierno se encuentre preparando un protocolo para establecer resguardos sanitarios en playas, ahora que se acerca la temporada estival. Está confirmado que el uso de mascarillas será obligatorio -como ocurre en cualquier espacio público- así como un aforo máximo. En estos días ha sido posible observar que, si bien en las ciudades hay un razonable cumplimiento en el uso de mascarillas, en los balnearios no siempre ocurre así, lo que sugiere que aún queda trabajo para internalizar en la población la importancia de no descuidarse con estos elementos de protección.
A medida que más comunas del país van transitando hacia fases de menores restricciones sanitarias, es imprescindible que la ciudadanía -y especialmente los más jóvenes- aquilate que el autocuidado es la forma más efectiva de prevención de los contagios. El ejercicio responsable de las libertades personales abre la oportunidad para no repetir los traspiés que se han visto, por ejemplo, en el mundo desarrollado, y evitar volver a cuarentenas o nuevas medidas restrictivas -que se traducen en un enjambre de permisos estatales-, por el elevado daño que ello provoca en la economía y la propia salud mental.
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