Opinión

Esperemos la propuesta completa

SEÑOR DIRECTOR

No corren tiempos propicios para la paciencia. Todo lo contrario, lo son para la impaciencia, para la precipitación, para la desmesura, y en el caso de esta última, la desmesura de los que quisieran cambiarlo todo y también la de aquellos que, apoyando los cambios, empiezan a quejarse en el momento en que estos se avizoran o empiezan a producirse. Refundadores y apocalípticos están movidos por la impaciencia, tanto unos como otros.

¿Aprobar o rechazar la propuesta de nueva Constitución si todavía no la hay? Mejor esperar a tenerla por delante, completa y no en partes, sin perjuicio de que cada persona, como también cada medio de comunicación vaya haciendo seguimiento a lo que sale de las comisiones y del Pleno de la Convención para emitir opiniones favorables o críticas. Esa es una de las mejores maneras de colaborar con el proceso constituyente en curso, sin atolondrarse para darlo por concluido antes de que realmente termine.

¿Por qué no prepararse desde ya, individual y colectivamente, para tener una buena conversación ciudadana, en distintos ámbitos, entre el 4 de julio y la misma fecha del mes de septiembre? ¿Por qué universidades, centros de estudio, organizaciones sociales, municipalidades, colegios, barrios, cabildos y familias no van viendo cómo organizarse para esos dos meses y tener conversaciones sobre la propuesta constitucional que no sean solo la expresión de los prejuicios, temores o entusiasmos que hemos ido acumulando durante los últimos meses?

De alguna manera, el actual proceso transformó al país en un gran coloquio constitucional que debería tener su mejor expresión entre julio y septiembre de este año, evitando que ese tiempo se transforme en una pura lucha de trincheras.

Agustín Squella

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