Estados Unidos y su giro medioambiental
El reingreso del país al Acuerdo de París es una buena señal para enfrentar los desafíos que impone el cambio climático, pero deberá cumplir con el exigente compromiso de no poner el riesgo la inversión y el empleo.

El Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a las pocas horas de haber asumido expidió una orden ejecutiva con el objeto de que su país se reincorpore al Acuerdo de París, la iniciativa que suma a 195 naciones y que busca a través de la disminución de emisiones de gases de efecto invernadero mantener el aumento de la temperatura media mundial por debajo de 2°C sobre los niveles preindustriales a fin de siglo, y avanzar a que pueda ser no mayor de 1,5°C para reducir los riesgos e impacto del cambio climático. La decisión, en cumplimiento de una de sus promesas de campaña, revierte lo dispuesto por la administración anterior que materializó su retiro del Acuerdo en noviembre pasado, y es la primera de las medidas que dispuso la Casa Blanca en materia medioambiental, una de las principales prioridades del nuevo gobierno.
La decisión del Presidente Biden es alentadora considerando que, si bien Estados Unidos representa un 4% de la población del planeta, es responsable de un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero y segundo emisor de CO2 después de China, por lo que retomar el compromiso que había asumido de rebajar sus emisiones entre un 26% y 28% para 2025 -en relación con el nivel que mostraba en 1990- es una contribución relevante al esfuerzo conjunto. Cualquier acuerdo sin un emisor tan relevante como parte de éste perdía cualquier viabilidad de avance y debilitaría los compromisos de las demás potencias industriales, haciendo a la vez poco incidente que economías más pequeñas hicieran grandes esfuerzos a pesar de las ayudas que el Acuerdo comprometía para ellas.
La convocatoria a una cumbre internacional de líderes en abril para discutir objetivos más ambiciosos despeja dudas respecto de que el tema medioambiental será parte de la política exterior de Estados Unidos; sin embargo, los compromisos exigen cambios importantes a nivel interno, y si bien hasta 2017 había una tendencia a la reducción de emisiones, lograr una carbono neutralidad para 2050 -como se ha planteado- es una meta ambiciosa. Por ello las medidas anunciadas por Biden para revitalizar el sector energético y potenciar el desarrollo de energías limpias -para lo cual ha dispuesto subsidios por 2 billones de dólares, como asimismo la preservación de áreas terrestres y marítimas- parecen bien encaminadas a esos objetivos.
Con todo, el nuevo gobierno deberá hacer importantes esfuerzos para honrar su compromiso de que la suspensión de nuevas concesiones y el retiro de subsidios al sector petrolero así como de otros hidrocarburos permitirán generar una gran cantidad de empleos. Una promesa cuyo cumplimiento claramente le será demandado, especialmente porque el país, golpeado fuertemente por la pandemia del coronavirus y donde los índices de desempleo no disminuyen, requiere de un fuerte impulso para retomar la senda del crecimiento, y de esta manera despejar las críticas que se han manifestado en cuanto a que las medidas pondrían en riesgo el liderazgo energético del país si vuelve a depender de la importación de crudo.
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