Estándares internacionales y malestar social

Marcha  transportistas en Valparaiso

La carrera académica se realiza publicando papers en inglés en revistas internacionales. A nadie le importa si el tema investigado contribuye al desarrollo nacional.



Más allá de las luchas por el poder, la violencia fascista y los relatos ideológicos, conviene examinar el problema actual de Chile, con vistas a buscar soluciones.

El análisis de lo ocurrido en los últimos 30 años, permite detectar que el afán de gobernar Chile con el criterio de adoptar “estándares internacionales”, ha generado parte de los problemas actuales y el malestar social.

Las carreteras y el TAG son un buen ejemplo. Cuando se diseñó la red de autopistas, se adoptó el criterio de “estándares internacionales”. Como resultado, se construyeron carreteras comparables con las mejores de Europa, sin tener en cuenta el costo que ello implicaba en peaje, para las capas medias y medias bajas. El resultado es el malestar que vemos hoy, cuando el dueño de un camioncito debe pagar 200 lucas mensuales de TAG, para mantener su modesto negocio, poniéndose cerca de la inviabilidad económica.

Con el Metro ocurrió lo mismo: se diseñó un servicio al nivel de los mejores del mundo, sin considerar que ello tendría costos altísimos, casi impagables para jubilados e ingresos medio-bajos. Una familia de cinco personas requiere 240 lucas mensuales para que cada uno pueda tomar un metro diario.

Con la salud tenemos el mismo patrón: Chile tiene equipamiento, instalaciones y profesionales del más alto nivel mundial. Pero solo acceden a ello una exigua minoría, que puede pagar isapres y medicina privada. Los que dependen del hospital público deben aguardar un año (promedio) para operarse.

Algo parecido surge también en las universidades y el sistema científico. La carrera académica se realiza publicando papers en inglés en revistas internacionales. A nadie le importa si el tema investigado contribuye al desarrollo nacional. Por lo tanto, el sistema empuje al académico a subordinarse a las corrientes principales mundiales y sus temas de interés, sin mayor sensibilidad por resolver los problemas reales de Chile.

Para las agencias de acreditación, el concepto de “vinculación con el medio” significa “lazos con universidades extranjeras”, en lugar de entenderse como relación real y efectiva con el medio socioeconómico chileno, sus pymes, sus territorios y sus gentes. Como resultado, el profesor universitario medio de Chile es un sujeto aislado en su torre de marfil, más interesado en recibir una invitación a un congreso en EE.UU. que en escuchar a los campesinos, los viticultores, los turoperadores y demás empresarios pequeños y medianos que luchan, día a día, por levantar el país. Este abandono es también, parte de la protesta.

Podríamos dar más ejemplos, pero alcanza con los mencionados para comprender que existe un patrón: el país fue pensado, diseñado y ejecutado con el criterio de aplicar estándares internacionales de calidad como medio adecuado para alcanzar el desarrollo.

Ahora vemos que ese camino fue equivocado. Era mejor construir carreteras, metros y sistemas de salud más modestos pero de menor costo. Así no estaríamos ahora con millones de chilenos sufriendo por no poder pagarlos, viendo cómo esos beneficios sólo son accesibles para minorías privilegiadas. Y lo mismo con el sistema universitario y científico.

¿Qué podemos hacer ahora?

Las carreteras y el metro lujosos que tenemos, no se pueden modificar. Eso es irrevocable. Pero podemos cambiar el sistema de cobro según el modelo de auto: en vez de pagar todos iguales, que paguen más los autos más caros y menos los más modestos. Esto serviría para lograr mayor equidad.

En el plano de la salud, una forma de bajar los costos sería con la incorporación de profesionales extranjeros al servicio. Actualmente, la corporación médica nacional ha logrado cerrar el camino a los competidores externos para mantener sus altísimos honorarios y privilegios. Un paso adelante en el campo de la integración social y del mejoramiento del acceso popular a la salud, sería abrir las puertas totalmente a los médicos, enfermeros y paramédicos extranjeros.

Para evitar que los privilegiados se sientan afectados, se podría distinguir entre los que están aprobados por el sistema actual (tendrían cinta tricolor para destacarse y cobrar más), de los que no han alcanzado ese galardón (pienso en médicos de Cuba, Uruguay, Ecuador, Venezuela, etc.). Ellos podrían ofrecer sus servicios y bajar rápidamente el periodo de espera en los hospitales. ¿Se perdería calidad? Puede ser que en algún caso, ello ocurra. ¿5%? ¿1%? Esas cifras son despreciables para gente doliente, que debe esperar, en promedio, 12 meses para operarse.

En el mundo de la ciencia y la universidad también se pueden hacer cambios prácticos rápidos, para mejorar el desarrollo nacional. Para comenzar, hay que priorizar la investigación y las publicaciones de problemas reales de Chile. ¿Para qué queremos seguir financiando proyectos Fondecyt sobre Boecio, como ya ha ocurrido varias veces?

Algunas disciplinas quedarán fuera de estos criterios, como Matemáticas y Astrofísica. Pero la mayor parte de la producción académica puede perfectamente reorientarse a resolver problemas reales de nuestra comunidad. Y para la carrera académica, necesitamos con urgencia cambiar los criterios; menos Wos-Scopus y más Scielo. Menos inglés y más español. Menos conferencias en EE.UU. y Europa; más entre Arica y Punta Arenas. Menos frivolidad y más servicio a la comunidad.

El problema afecta a todos. Y la solución la tenemos que construir entre todos.

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