Exclusión de expresidentes en acto de la Convención

Aun cuando se espera que se rectifique la decisión de no invitar a los exmandatarios a la ceremonia en que se hará entrega del nuevo texto constitucional, este paso en falso, producto de visiones maximalistas, daña aún más la imagen de la Convención.



Ha dejado un amargo sabor el hecho de que la Convención Constitucional resolviera no invitar a los expresidentes de la República a la ceremonia que tendrá lugar el próximo 4 de julio en dependencias de la sede del Congreso en Santiago, donde se le hará entrega solemne al Presidente Gabriel Boric del texto que contiene la propuesta de nueva Constitución.

Las explicaciones formales para este desaguisado han sido del todo absurdas, como por ejemplo que por temas de aforo el número de invitados debe ser limitado. Otros convencionales han hecho ver que la presencia del expresidente Sebastián Piñera sería “conflictiva”, en alusión a que un sector lo culpa de ser responsable de graves violaciones a los derechos humanos en el marco del estallido social. Esos mismos motivos pesaron para que la actual mesa evitara reunirse con el expresidente cuando aún ejercía el cargo, lo que fue en sí un hecho cuestionable, al quebrar el principio de las relaciones institucionales.

Pese a que el mismo Pleno aprobó la propuesta relativa a la ceremonia y sus invitados, la exclusión de los exmandatarios ha seguido generando mucho ruido entre varios convencionales, al punto que la propia mesa directiva se abrió a revisar la medida, lo que está contemplado que ocurra este jueves. Cabe esperar que esta decisión sea revertida prontamente, pero aun cuando así ocurra, es evidente que este paso en falso no ha hecho sino dañar aún más la deteriorada imagen de la Convención, profundizando los sentimientos de desconfianza.

Es un hecho que la propuesta de nueva Constitución ha dividido a los chilenos, y ya sea que gane el Apruebo o el Rechazo las tensiones asociadas al proceso constituyente continuarán. Por lo mismo, es fundamental no seguir polarizando aún más el ambiente, y la Convención debería ser justamente una instancia donde las tradiciones republicanas, el diálogo respetuoso y el apego a las formas institucionales encuentren su mayor punto de expresión.

Lamentablemente sectores de la Convención aún no han logrado comprender la importancia de preservar estos valores republicanos, ni asumir el rol crucial que esta Convención está llamada a jugar en nuestra institucionalidad. Detrás de la exclusión de los exmandatarios parece subyacer la misma visión que tanto daño ha hecho a este proceso, esto es, la pulsión de visiones maximalistas que insisten en un ánimo refundacional, denostando o restando valor a todo lo construido hasta ahora, y pretendiendo que solo lo construido a partir de la revuela social y los procesos que siguieron a continuación gozan de la plena legitimidad social y política. Bajo esa mirada, la figura de mandatarios asociados con los “30 años” resultaría incómoda; lo propio ocurrió en la ceremonia de apertura de la Convención, en julio de 2021, cuando se descartó de plano la presencia del Presidente de la República y se objetó que la ceremonia fuese conducida por el presidente de la Corte Suprema.

Más allá de las diferencias que despierte la propuesta constitucional, es importante que el acto del próximo 4 de julio vuelva a ser un punto de encuentro, en que todos los sectores se sientan parte de un proceso que fue validado democráticamente por la inmensa mayoría del país.

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