Expectativas constitucionales

SEÑOR DIRECTOR

Pese a que la Constitución de 1980 experimentó grandes modificaciones y que el actual texto del 2005 se presentó con la presencia de los candidatos Piñera, Bachelet, Hirsch, entre otros, y que lleva la firma del expresidente Lagos, varios plantean que, por su origen en dictadura, ella no es suficientemente legítima.

La legitimidad de la nueva Constitución requerirá que el gobierno garantice que todo el proceso sea realizado en paz; que plebiscitos y elecciones de constituyentes, que el reglamento que se den estos y que debe ser aprobado por 3/5, sean claros, informados y sin presiones fuera del marco legal.

Más allá del rol del gobierno, también requiere informar claramente, de modo de contener expectativas; de otro modo, el fantasma de la ilegitimidad ahora con la nueva Constitución volverá a emerger.

Un tema atingente sobre el que algunos albergan demasiadas esperanzas es el capítulo de aguas. Es fundamental reconocer que un cambio constitucional no aumentará la disponibilidad total de agua, que en los últimos 30 años se ha hecho sustancialmente más escasa y que es la que genera casi todo el problema. También debe reconocerse que el problema obedece también a que se han otorgado más derechos que el agua existente. Así, varias cuencas reparten cuotas de un total que no alcanza a cubrir los derechos.

Por ello, la devolución de derechos por "no uso" podrá ayudar solo en algunas cuencas, pero está lejos de resolver el problema. Además, ello requeriría compensar a los dueños, o una transición para dar tiempo a la construcción de obras de aprovechamiento (como se hacía antes de 1980).

Entendiendo que en el caso del agua, como otros, hay espacios para mejoras importantes, no advertir desde un inicio las limitaciones que tiene una Constitución para resolver problemas dará combustible para que cualquier cambio constitucional parezca mezquino, y antes de terminarla, nos informen que la Constitución nació pequeña.

Ricardo Paredes M.